16 diciembre 2013

Alice Munro y sus vidas cotidianas

Este libro me lo regalaron y la persona que lo hizo me dijo que había ido a la librería y le había dicho al librero: "Estoy buscando un libro para una persona que lee mucho y libros raros y poco conocidos" y aquí me encuentro con él en la mano. 

Alice Munro lleva escribiendo tropecientos años pero como es escritora de cuentos y no de novelas, que parece que gusta menos, pues no era muy conocida en España, hasta que, por supuesto, ganó el Premio Nobel de Literatura este año y eso es otro cantar. Las editoriales pueden retomar las antiguas publicaciones, modernizar la portada, ponerle la etiqueta de ganadora de bla, bla, bla, y empezar a vender sus libros como churros. Y aquí entro yo, no os creáis, porque sí que había oído hablar de Munro, pero no había leído nada de ella.

Amistad de juventud es una recopilación de 10 cuentos en donde cada uno, como bien dice Antonio Muñoz Molina, contiene una novela entera. No son cuentos muy largos, pues no sobrepasan las 50 páginas, pero cuentan tanto que cada historia no es un instante, es una vida. Por eso he tardado casi un mes en leerlo, porque un libro así no puede ser leído de un tirón. Todos tienen en común que están ubicados en Canadá o en el norte de EE.UU, en un ámbito más bien rural, protagonizados o narrados por mujeres y con una tendencia a reflexionar sobre si el camino elegido en la vida es el correcto o no, sobre si cuando una llega a una conclusión queda margen para cambiarlo o no y sobre si ese cambio es para mejor o no. 

Los relatos están ambientados desde principios del S. XX hasta los años 60-70, por niñas, mujeres jóvenes, en plena madurez o en el final de los días, pero no he podido evitar pensar que Alice Munro estaba hablando de ella misma todo el tiempo. Sobre los distintos yos que cada uno tiene o podría tener, como bien se aborda en la película Mr. Nobody. No son historias alegres, ni optimistas, ni la mayor parte de las veces bonitas. Son historias duras, donde hay amor, pero también desesperación, apatía y dolor. Un dolor privado, contado a la pasada, que ante mí se infla y se convierte en algo insoportable. Son historias reales, comunes, de gente común. Son historias costumbristas, casi etnográficas. 

Munro ha escrito más de un centenar de cuentos y una novela Las vidas de las mujeres y el guión de una película Lejos de ella. No la he visto, pero por el tráiler, parece que sigue la misma línea que sus relatos. 


15 diciembre 2013

El hada carabina y la Saga Malaussène


Leo y leo y cuando más leo menos me parece que conozco. Menos autores, menos títulos, menos historias. A veces es una frustración, otras en cambio me estimula para leer más y me maravilla la cantidad de cosas que están por ahí fuera para descubrir. El último libro que he leído ha sido El hada Carabina del francés Daniel Pennac. 

Nunca había oído hablar de este hombre, ni del protagonista de varias de sus novelas, Benjamin Malaussène, pero he aquí que encuentro este libro en la biblioteca, al lado de un montón más del mismo autor y lo cojo. Porque me gusta la ilustración de la portada y las palabras de la contraportada. No sé si es una buena razón para empezar a leer un libro, pero fue la mía, ¡qué le vamos a hacer! 

Siempre que acabo de leer un libro y voy a empezar a escribir sobre ello me intento documentar un poco sobre la novela, el autor, su bibliografía, si han hecho película o no, curiosidades, bla, bla, bla... Pues mira por dónde descubro que internet está repleto de artículos, entrevistas, reseñas y demás sobre Daniel Pennac y yo sin haber oído hablar de él en toda mi vida. ¿Acaso he estado en una burbuja toda mi vida? No, no creo, pero aún así los caminos comunicacionales de Pennac no habían tenido a bien cruzarse con los míos. Hasta ahora. ¿Es el destino? ¿Era el momento de que lo descubriera y lo apreciara?¿Sí que me había cruzado con él pero lo había olvidado? Se me plantean demasiadas preguntas para las que no tengo respuesta. 

Voy a por el libro, que es terrero firme. Primero breve reseña trasera: "Ancianas que plantan cara a los jovencitos, vejetes que se drogan instigados por una misteriosa enfermera, comisarios que enseñan a robar... Y Benjamín Malaussène tiene que hacer frente a todo ello". Una novela negra, humoristica y poética. Y rara, rara, de las que a mí me gustan.  

Todo comienza una noche de frío invierno. Una ancianita dispara y mata a un policía de paisano que estaba haciendo la ronda para descubrir al asesino de ancianas a las que robaba su pensión. La policía comienza a investigar acerca del asesino. Sobre todo un maduro policía asiático, que se disfraza de la Señora Ho, una anciana vietnamita que muestra su dinero sin reparo y que es bastante metiche. Y todas las pistas, todos los caminos llevan a Malaussène. 

Benjamín Malaussène es un joven que vive en el barrio multicultural y étnico de Belleville, -un barrio de mucho encanto, mucho comunitarismo, pero también muchos trapicheos, mucha incursión policial, muchos abusos no denunciados, donde sin pretenderlo Malaussène se ve implicado-. Vive en una casa con su madre, varias hermanas y hermanos a cada cual más especial, con un montón de ancianos ex-drogadictos y con un perro epiléptico. Trabaja en una editorial como chivo expiatorio profesional. Esto es, es el encargado de enfrentarse con todos los clientes, escritores y proveedores descontentos y asumir como propios los errores de otros mientras intenta calmar los ánimos del personal. No parece ser un trabajo satisfactorio, pero se le da muy bien. 

Benjamín se vio, primero implicado en La felicidad de los ogros (que no he podido leer por no tenerlo la biblioteca), después en este libro, a continuación en La pequeña vendedora de prosa, El Señor Malaussène, Entre moros y cristianos y, finalmente en La fruta de la pasión, último libro de la saga publicado en 1999. 

Me ha gustado el estilo, me ha gustado el surrealismo, me ha gustado su poética, me ha gustado cómo me ha mantenido Pennac en vilo en ciertos momentos, me han gustado los personajes que construye. Y como me ha gustado todo eso seguro que seguiré a Malaussène de cerca en un futuro. 

09 diciembre 2013

El placer de la lectura: ¿pasión u obsesión?

Hace unos meses abandoné el blog porque no me apetecía seguir escribiendo. No es que no se me ocurrieran cosas que contar, no es que no echara de menos hacerlo, no es que dejara de escribir, es que no tenía ganas de escribir de cosas personales. Y por personales no me refiero sólo a lo que me pasaba a mí, sino a lo que pasaba por mi cabeza, así que empecé a escribir sobre lo que leía. Antes ya lo había hecho con mis lecturas de cada mes, pero cuanto más escribía sobre lo que leía más quería leer y más quería escribir, y por alguna razón lo hice en facebook, esperando que alguien me parara o me alentara o me comentara o hiciera patente que estaba ahí, cosa que echo de menos en este blog, que no sé si alguien lee pero que casi nadie comenta. 

Desde hace un par de semanas estoy actualizando el blog, comenzando por volcar todo lo que escribí en facebook, sobre qué me pareció tal o cual libro. Son unos cuantos, así que si no os gusta el tema tened un poco de paciencia porque noto que, poco a poco, vuelve Lamb. La que piensa tonterías y las suelta, la que es capaz de hacer broma de situaciones absurdas, la que se enfrenta al "vuelva usted mañana" y se queja. 

Mientras esa Lamb acaba de llegar escribo sobre la lectura y sobre ciertos temas que van asociados y con los cuales yo tengo más que mis dudas sobre su corrección. La tele es mala, atonta los sentidos, te fríe el cerebro y te estropea la vista, es para paletos e incultos que se tragan cualquier cosa que echan. No pasa nada con ver un poquito la tele cada día, pero eso de estar cuatro horas delante de la caja tonta no sólo te embrutece sino que te engorda, que claro te sientas en el sillón con una cerveza o una soda en la mano y chucherías en la otra y te dedicas a perder el tiempo. ¡Sal y vive tu vida, en vez de vivir a través de la de los demás!

Leer es bueno, te expande la mente, te hace soñar, te culturiza. No pasa nada por disfrutar de unas horas de lectura al día. No pasa nada por olvidarte del mundo real durante unas horas y recluirte en ese mundo ficticio que te presenta el libro. No pasa nada por estar sentado o tumbado leyendo; el ejercicio que no hace el cuerpo lo hace la mente. Leer es bueno. Y no hacen falta razones para leer, pero si necesitas alguna ahí van 33. 

Estoy haciendo de abogada del diablo, porque no tengo tele en casa y leo mucho.

Leo y leo y leo, y en un momento determinado empiezo a pensar que me he convertido en una adicta. Cada página que devoro me llena de una energía desconocida y cuando acabo el libro me quedo vacía, desapasionada, perdida y la única forma de huir de esa horrible sensación es abriendo un nuevo libro y empezar, de nuevo, con ese círculo dañino. 

Leer me culturiza, mi vocabulario mejora, mi ortografía mejora, mis conocimientos sobre distintos temas aumentan. Leer me entretiene, a veces paso horas pegadas a sus páginas (no estoy en contra del e-book, pero yo sigo fiel al libro de papel) sin darme cuenta de que no he comido, de que ha anochecido o, en el peor de los casos, de que ya ha amanecido. Leer me evade. Leo sobre investigaciones policiales, sobre vidas marcadas por guerras, por secretos, por descubrimientos y me olvido de mi realidad rutinaria. Me olvido tanto que cuando vuelvo mi vista a esa cotidianidad es un poquito más fea que antes, un poquito más desabrida. Leer me hace sentirme acompañada. Los personajes de las novelas sufren conmigo, disfrutan conmigo, piensan conmigo, sienten conmigo, o más bien yo con ellos, y a veces se meten tanto debajo de mi piel, de mi corazón y de mi cabeza que cuando el libro acaba me siento en el más absoluto de los abandonos. Porque sé que ya no volverán, que no hay más que eso, que yo sigo viviendo y caminando hacia delante y ellos pararon y lo único que se me ocurre para desembarazarme de esa tristeza es buscar a otros "compañeros de viaje" en otras historias, sabiendo que todo se repetirá una y otra vez. 

No critico la lectura. No desincentivo que la gente lea, lo que sea, periódicos, cómics, ensayos, novelas... Porque yo no podría vivir sin hacerlo, pero a mí se me han ido las cosas de las manos. Hace tiempo que me he dado cuenta y mi propuesta de nuevo año será leer menos y mejor. No mejores libros, sino con mejor actitud, sabiendo hasta dónde puedo dejarme arrastrar por las historias, por los personajes. Sabiendo que no es malo un rato de evasión pero que no puede convertirse en mi día a día. Yo leo por la misma razón que otros ven la tele. Porque necesito encontrar esa dosis de relevancia, de interés que no encuentro en mi vida diaria. Pero el problema no es mi vida. El problema soy yo y los libros sólo elevan las expectativas más y más alto. Si no lo paro ahora, dejaré de disfrutar mi realidad. Y eso me da miedo. 

Nada es malo si se hace con moderación, incluso ver la tele. Nada es bueno si se hace sin medida, incluso leer. Escribir mejora las cosas. Escribir sobre la novela, sobre lo que me ha hecho pensar, lo que me ha hecho sentir, pone las cosas un poquito en perspectiva, por eso, aunque a veces me parece que meto un rollo con tanta crítica y tanto libro, no puedo dejar de hacerlo y así, piedra a piedra, voy creando mi camino de baldosas amarillas que me permita volver de la tierra de Oz.

07 diciembre 2013

Blancanieves (y alguna otra) debe morir


Blancanieves debe morir podría ser una de estas novelas de misterio-asesinato que llegan de los fríos polares como el Blizzard o el Aquilón, a pesar de ser alemana. Porque hay asesinatos, hay frío y hay caracteres herméticos y atmósferas como paisajes nevados, que bajo la calma y homogeneidad esconde suciedad y miseria.  

Podría y quizás lo sea, pero sea como sea yo he visto algo más en esta novela cuyo título ya me había enganchado antes de leerla. 

La contraportada de la novela dice:
Un sombrío día de noviembre unos obreros encuentran un esqueleto humano en un antiguo aeródromo del Ejército norteamericano en un pueblo cerca de Frankfurt. Poco después alguien empuja a una mujer desde un puente. La investigación lleva a los comisarios Pia Kirchhoff y Oliver von Bodenstein al pasado: hace muchos años, en la pequeña localidad de Altenhain, desaparecieron dos muchachas sin dejar rastro. Un proceso judicial basado en pruebas circunstanciales hizo que el presunto autor Tobías acabara entre rejas. Ahora éste ha vuelto a su pueblo. La desaparición de otra chica desatará una auténtica caza de brujas.
Más allá de las investigaciones típicas en este tipo de novelas, los secretos del pasado, las luchas internas y externas de los investigadores y las atrocidades que los seres humanos cometemos contra los demás están dos temas que siempre me han interesado.

El primero es por qué tiende a ser verdad el dicho "pueblo pequeño infierno grande", cuando, a priori, la camaradería y la buena voluntad debiera reinar en las pequeñas comunidades en las que la supervivencia depende de la ayuda del prójimo. Caciques, amenazas veladas y explícitas, secretos guardados pese a todo y pese a todos, la realización de un mal individual por un supuesto bien común... Como las esporas vuela de pueblo en pueblo, de país en país y de continente en continente para reproducirse a lo largo y ancho del globo terráqueo. 

El segundo tema es el del enjuiciamiento popular. Una persona comete un delito, o no, es juzgado por la justicia reglada, o no, cumple su condena, o no, pero siempre, siempre, siempre, acaba siendo juzgado por sus vecinos, sus compañeros de trabajo, e incluso sus familiares que le hacen la vida imposible y le recuerdan que es un monstruo o un criminal y que lo seguirá siendo hasta el fin de sus días y ellos no van a cejar en su empeño de recordárselo de todas las maneras posibles. ¿Qué nos hace ser tan poco comprensivos e indulgentes?, ¿nuestros propios errores y faltas?, ¿por qué nos creemos con derecho a juzgar a los demás sin conocer los hechos?, ¿por qué insistimos en expandir nuestra inquina y fijación como si el apoyo de los demás legitimara nuestra actitud y nuestras acciones?, ¿somos conscientes del daño irreparable que este tipo de comportamientos causan en el objeto de nuestro enjuiciamiento?

Pese a todo, y cambiando de tema, Blancanieves debe morir, y La Bella Durmiente y Cenicienta y muchas más "princesas" de cuento, porque su existencia ha hecho, y sigue haciendo, mucho daño a millones de niñas y mujeres a lo largo de la historia. 

03 diciembre 2013

Mira que te mira Dios, mira que te está mirando

Segunda novela de la primera mitad del S. XX, El tiempo de los emperadores extraños del ovetense Ignacio del Valle. Ignacio, chiquillo, qué joven, qué guapo y cuánto has escrito. Que sepas que siento una punzada de envidia cada vez que lo pienso. Pero de la sana, que conste. 

El hecho de que la novela esté ambientada en la II Guerra Mundial es una cuestión secundaria, porque tal como yo lo veo del Valle la podría haber ambientado en cualquier momento del siglo pasado (e incluso de éste) y hubiera funcionado. 

A grandes rasgos os diré que la novela va, principalmente, de asesinatos y de un detective improvisado. Tiene lugar en el invierno de 1943, en la División Azul destinada en el frente de Leningrado. En un lago congelado (con -30 grados de temperatura para no congelarse) aparecen un montón de cabezas de caballo y un soldado español con la garganta rajada y una frase grabada en el pecho que dice "Mira que te mira Dios". El soldado al que le encargan vigile el cadáver, Arturo Andrade, resulta que antes era un teniente que cayó en desgracia y es muy avispado, así que los superiores le piden que investigue quién es el asesino. Y claro, después de un asesinato viene otro y la cosa se va enredando. 

No es que no me haya gustado el libro, que sí, que es entretenido y tiene momentos y frases memorables, pero no sé por qué, es uno de estos libros que me dejan un poso amargo. Después se va y se me quedará el dulzor en las papilas. Pero eso será luego. Por ahora cuento lo que me ha amargado. 

La jerigonza mezclada con el lenguaje más cuidado me ha chirriado. Primero porque no está delimitada en jerigonza a los diálogos de los soldados y la prosa más formal a la narración, sino que del Valle a veces mete palabros en mitad de la narración que, para mí no sólo no pintan nada sino que además me hacen considerar el libro menos serio (quién sabe, quizás esa era su intención). Y segundo porque yo no viví en esa época y del Valle se habrá documentado, por lo que seguro que me equivoco, pero la jerga y los coloquialismos que usan los soldados suenan demasiado actuales. Por poner un ejemplo uno de los soldados se admira por el "buga" que tiene. Buga viene de Enrico Bugatti, un empresario automovilístico italiano que comercializó coches durante la primera mitad del S. XX. No sé si la derivación ya existía en 1943, pero que un soldado de un pueblo recóndito de la provincia de Burgos use esa expresión, me resulta chocante. Mi abuelo, que podría haber luchado en la II Guerra Mundial no utilizó esa expresión en su vida. 

Yo no soy nada de logias, organizaciones secretas, ritos satánicos ni nada parecido. De hecho me parecen paparruchadas, por eso el hecho de que meta a la masonería por medio (afortunadamente no como complots oscurantistas ni nada parecido) ha hecho que para mí el libro perdiera puntos. 

Arturo Andrade me tenía más o menos cautivada con sus ideas derechistas no desquiciadas ni radicales, con sus limitaciones, dudas, momentos brillantes, vamos, como cualquier tipo. Pero de pronto hace algo, en la página 267 y me pierde. Alguno podría decir que lo que hizo lo podría hacer cualquier tipo, pero yo no estaría de acuerdo. No sé si las mentes masculinas son tan retorcidas (aunque algunos dirían simples), pero si lo son, me alegro de ser mujer. No cuento más porque no quiero destripar la cosa. 

Y aquí me surge una pregunta de estas idiotas que tengo yo a veces. Si España está plagadísima de González, García, Fernández, López, Pérez y demás ez, por qué la literatura española está llena de Andrades, Estradas, Navajas, Chamorros, Mendozas, Bevilacquas, Quirogas o Carranzas. ¿Por qué no puede haber una investigadora que se llame Laura Fernández o una víctima llamada José Antonio López? Acaso las personas que tenemos apellidos normales y corrientes no somos merecedoras de protagonizar una novela? Sin más. Sólo una reflexión.

Me ha gustado el ritmo de los diálogos, la chispa que hay debajo. Me ha gustado que haya decidido centrarlo en un batallón de la División Azul, de la que no sabía mucho, la verdad. Me han gustado algunas de las reflexiones que se hacen los protagonistas. Hay cosas que sí me han gustado.

Y para los cinéfilos descubriros (por si no lo sabíais) que la novela fue llevada a la gran pantalla por Gerardo Herrero y protagonizada, entre otros por Juan Diego Botto y Carmelo Gómez, bajo el nombre Silencio en la nieve. No la he visto, pero por el tráiler parece que sigue muy de cerca tanto el argumento como la estética de la novela.