16 noviembre 2013

El libro del Dr. House


Y después del bonito dramón de Rostain, y para no irme con la muerte a la cama, escogí a Hugh Laurie y su ácido humor. El libro es de esos de sin más, de los que lees, disfrutas en su justa medida y olvidas. 

Hugh Laurie (más conocido como el Dr. House) no sólo actúa, sino que toca el piano, la guitarra, el saxofón, la batería y la armónica. Y además escribe. Y que conste que no ha aprovechado el tirón de House, sino que este libro ("Una noche de perros" en España y "The Gun Seller" en su título original) fue escrito en 1996. Vamos, que ha llovido bastante ya. 

Hay una cosa curiosa con este libro y es que no tengo ni idea de dónde ha salido. Bueno, físicamente sí, de una de las cajas de la mudanza, pero es que yo no recuerdo haberlo comprado y, mucho menos, haberlo empaquetado, así que probablemente como vino se irá. 

El protagonista de esta novela es Thomas Lang, un antiguo militar inglés que ahora vive de hacer "trabajillos" de diverso cariz. En una de estas le ofrecen un porrón de dinero por asesinar a un tipo, pero como él puede que sea muchas cosas pero no es un asesino a sueldo, va a donde la persona que le han pedido que asesine para avisarle de que le quieren matar. Y aquí se complica la cosa. 

Entran los estadounidenses en acción y el mercado de armas y una idea que no me ha parecido demasiado descabellada, que es la de que ciertos actos terroristas son financiados por las empresas armamentísticas como una forma de promocionar sus productos a través del gran spot televisivo como son los telediarios. También entra Sarah, la hija del hombre al que tenía que matar, que, desde luego es una borde, interesada, pija, desleal y petarda en todos los sentidos, pero como también es muy guapa y tiene un cuerpo espectacular, pues el gilipollas de Lang cae enamorado de ella y se mete en ciento y un patatales sólo para asegurar su seguridad. 

Personalmente, el personaje de Lang me ha parecido un megamix de varios detectives de ficción. Más un pelín de Laurie. Lang es un tipo solitario, al que le gustan las mujeres despampanantes y él a ellas (aunque él se empeñe en hacerse el sorprendido cuando eso ocurre), ácido, honesto, con conciencia, bebedor de whisky, fumador empedernido, y el toque Laurie: con una altura considerable que saca a relucir siempre que puede y un amor incondicional por las motos (en este caso una Kawasaki ZZR). El problema con un personaje como este es que los finales son previsibles, porque sabes que no va a hacer nada inmoral. 

Lo mejor, las reflexiones sin sentido que hace de cuando en cuando. Por ejemplo: ¿por qué se dice que cae la noche y el día se levanta, si la noche llega cuando el sol -el día- se cae en el horizonte? O la comparación en que las expectativas de sexo entre hombres y mujeres es como un Fiat Panda y un Volvo. Ninguno es mejor que el otro, pero no le pidas a un Fiat Panda que lleve un armario en el maletero ni a un Volvo que aparque en cualquier espacio, porque no. Y como las cosas son como son, no es plan de echarle en cara al Panda que no pueda cargar muchas cosas, ni al Volvo que sea como una limusina y para aparcarlo necesite un desierto. 

En fin, que le da vueltas a chorradas como estas que tanto me gustan a mí.

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