18 noviembre 2013

Conjuras, amor, odio, arte y mucho más en La tabla esmeralda


La lectura de este libro ha sido posible gracias a tres personas a las que quiero dedicarles un aplauso. A mi compañera de trabajo Mariaeugin, por regalármelo las navidades pasadas (siento haber tardado tanto en leerlo, que no ha sido por no querer sino porque ya sabes que me lío en la biblioteca) y a mis dos vecinos de arriba por mantenerme despierta hasta las 2 de la madrugada y hacer que no soltara el libro hasta terminarlo. Gracias.


Han sido tantas emociones juntas que no sé ni por dónde empezar. Son tres historias, que obviamente se entrelazan. Una, de la que menos se cuenta, transcurre en 1492, en la Italia de los Médici. Las otras dos, las más importantes y donde está toda la chicha tienen lugar en el París ocupado por los nazis de 1943-1944 y en la Europa contemporánea (comienza en España y se expande).

Trata sobre un cuadro, el poder que encierra y las vidas que se lleva por delante en la pugna por poseerlo. [Suena un poco a "El código Da Vinci"]. Trata sobre una chica de clase media, anodina pero con un encanto oculto, que mantiene una relación de amor subordinado con un riquísimo y atractivísimo alemán que la maneja a su antojo. [Suena un poco a "50 sombras de Grey"] Trata sobre un comandante nazi que se enamora de una judía. [Aquí me vinieron recuerdos de "Dime quién soy", de Julia Navarro]. Pero sobre todo trata, y aquí viene para mí el acierto de Clara Montero, sobre el expolio de obras de arte, por parte de los nazis, a los judíos. No quiero contar más que destripo la historia.

El libro está bien escrito, con personajes interesantes, como Georg von Bergheim, del que, por supuesto, es difícil no enamorarse, documentado y con unas tramas que te atrapan. Clara Montero no ha inventado nada, pero ha sabido escribir bien un libro que te llama a que lo leas (no tiene nada que envidiarle a "Dime quién soy", así que no sé muy bien por qué uno ha sido más famoso y leído que el otro). Tampoco esperéis una obra maestra, porque no lo es.
Sólo le pongo un pero, que los lectores de e-book se ahorran. Y es que para mí, que leo siempre tumbada en la cama con Calcetines apoyado en mi brazo, sus casi 750 páginas han sido una tortura. Me duele todo.

Por cierto, estoy impresionada con Carla Montero. Cuarenta años, casada, con cuatro hijos, guapa, elegante, licenciada en Derecho, diplomada en Administración de Empresas y con tiempo para escribir un libro de este tipo. Qué estoy yo haciendo con mi vida, me pregunto.

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