12 junio 2013

Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea

El viernes por la tarde jarreaba en la ciudad, pero tenía una misión, así que desafié a todos los dioses y elementos y me lancé a la calle. Bueno, a la librería Gil, con un trozo de papel lleno de títulos. Algunos para mí, otros no. Uno de los que no, pero luego sí, y al final será no, es Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea, la primera novela de la británica Annabel Pitcher.

Es uno de esos libros contado desde el punto de vista de un niño, al que le pasan cosas horrendas que no comprende y que a veces ni empatiza. Uno de esos que te sacan alguna sonrisa, pero principalmente, al menos a mí sobre todo en las últimas páginas, lágrimas suficientes como para llenar una presa. Un libro tierno, duro, entrañable, digamos incluso un poco ñoño, con una historia como la de una familia de Londres que pierde a uno de sus miembros en un ataque terrorista, tras el cual es sálvese quien pueda y cada uno que se busque la vida o lo que pueda encontrar de ella. 

Así contado como que parece un poco culebrón, pero yo creo que por eso Pitcher decidió narrarlo desde el punto de vista del hermano pequeño, Jamie, de 10 años, que lo del ataque terrorista le tiene un poco harto y a él lo que le interesa es su gato Ron, y la ausencia de su madre, y que la granadina esté caliente, y la camiseta de Spiderman tan chula que lleva, y la Chica M, que es una superheroína y el concurso de talentos y la mala vida que le dan sus compañeros de clase y un montón de cosas más. Menos su hermana, que vive sobre la repisa de la chimenea, y que, aunque no está, parece que es la persona más importante del mundo. 

Tendemos a recomendar y a pedir que nos recomienden libros, películas, exposiciones, obras de teatro, canciones... Recomendar siempre es difícil, porque conlleva un grado de responsabilidad de que al otro le guste lo recomendado. Al que le gusten las novelas ligeras, emocionales, no muy largas y con un estilo ágil que hace que sea fácil y rápido leerla, le recomiendo que aborde este libro. El resto no digo que no pueda leerla pero no me responsabilizo de si le gusta o no.

Y, de pronto ahora, mientras escribía esta entrada, me he olvidado de que estaba hablando de un libro y me ha salido mi vena de trabajadora social, así que me pregunto dónde narices estaban los servicios sociales para asegurar la protección de los menores en esta historia. Pero como se supone que lo he leído como una forma de evadirme y de entretenerme, me voy a quitar las zapatillas y caminaré de puntillas para no hacer mucho ruido mientras salgo por la puerta haciendo mutis por el foro.

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