13 mayo 2013

Y así es como uno se va a la mierda

Pufff, ¿por dónde empezar con este libro? A ver, diré que es el primero de una serie protagonizada por Paul West, un británico de 27 años que se traslada, durante un año, a París para trabajar en la creación de una cadena de salones de té ingleses en la capital francesa.


Bajo la mirada de Paul descubrimos que los franceses son poco productivos en el trabajo, que los camareros son bordes como ellos solos, que su clase política está corrupta, que las calles de París están llenas de mierda de perro, que las francesas son unas despendoladas, que los franceses no tienen ni repajolera idea de hablar en inglés, que todos los conflictos laborales se arreglan allá con huelgas, que no hay nada peor para un francés que aceptar que hay cosas extranjeras que son mejores que las propias... y muchas más cuestiones que al chaval éste le parecen curiosas, molestas o directamente desesperantes.

Obviamente, a medida que se acostumbra a París y a los parisinos, la tortilla se da la vuelta y empieza a encontrar que la comida británica es un asco, que el comportamiento de sus compatriotas, sobre todo con las mujeres, es vergonzoso, que los británicos no saben disfrutar de los placeres de la vida... y suma y sigue. Algunas de de sus ocurrencias y de las situaciones en las que se ve envuelto me han sacado, literalmente, carcajadas; pero también es verdad que la mayor parte del humor del libro se basa en la crítica a lo propio y/o a lo ajeno y lo primero lo acepto, pero lo segundo como que no me hace mucha gracia.

El libro se llama A year in the Merde, en alusión a un bet-seller de la década de los 80' que se llamaba A year in Provence, que eran las reflexiones autobiográficas de un británico viviendo durante un año en la Provenza (o sea, que éste de la mierda no es nada nuevo bajo el sol). Como parece que A year in the Merde fue un éxito, el señor Clarke escribió varias secuelas con títulos tan poco originales como Merde Actually, Merde Happens o Dial M for Merde, basados en títulos de películas famosas [Love Actually, Love Happens, Dial M for Murder], describiendo y parodiando sus propias experiencias durante su estancia en Francia.

Lógicamente, y como periodista que es, Stephen Clarke vio enseguida que esto era una mina de oro y no se ha limitado a escribir sólo esta saga, sino que también ha publicado 1000 years of annoying the French, Annoying the French Encore, Paris revealed y Talk to the snail, todos sobre Francia y los franceses visto desde el punto de vista de un británico. Parece que el Reino Unido han tenido mucho éxito, supongo que porque a los británicos les parece divertidísimo eso de reírse de las peculiaridades culturales de los demás (en este caso franceses). A mí, que queréis que os diga, sin que le tenga un cariño especial a los franceses, este libro ha desarrollado mi francofilia y proporcionalmente a esto, también mi anglofobia.

¿Recomiendo no leerlo? No. Recomiendo leerlo. Pero con las gafas etnográficas puestas, porque la verdad es que es bastante curioso descubrir cómo los británicos ven a los galos y qué costumbres y comportamientos les parecen divertidos, molestos o sorprendentes. Eso sí, apto sólo para los que saben inglés, porque, por ahora, a los editores españoles no les ha parecido tan curioso el libro como para decidir publicarlo en castellano.

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