16 diciembre 2013

Alice Munro y sus vidas cotidianas

Este libro me lo regalaron y la persona que lo hizo me dijo que había ido a la librería y le había dicho al librero: "Estoy buscando un libro para una persona que lee mucho y libros raros y poco conocidos" y aquí me encuentro con él en la mano. 

Alice Munro lleva escribiendo tropecientos años pero como es escritora de cuentos y no de novelas, que parece que gusta menos, pues no era muy conocida en España, hasta que, por supuesto, ganó el Premio Nobel de Literatura este año y eso es otro cantar. Las editoriales pueden retomar las antiguas publicaciones, modernizar la portada, ponerle la etiqueta de ganadora de bla, bla, bla, y empezar a vender sus libros como churros. Y aquí entro yo, no os creáis, porque sí que había oído hablar de Munro, pero no había leído nada de ella.

Amistad de juventud es una recopilación de 10 cuentos en donde cada uno, como bien dice Antonio Muñoz Molina, contiene una novela entera. No son cuentos muy largos, pues no sobrepasan las 50 páginas, pero cuentan tanto que cada historia no es un instante, es una vida. Por eso he tardado casi un mes en leerlo, porque un libro así no puede ser leído de un tirón. Todos tienen en común que están ubicados en Canadá o en el norte de EE.UU, en un ámbito más bien rural, protagonizados o narrados por mujeres y con una tendencia a reflexionar sobre si el camino elegido en la vida es el correcto o no, sobre si cuando una llega a una conclusión queda margen para cambiarlo o no y sobre si ese cambio es para mejor o no. 

Los relatos están ambientados desde principios del S. XX hasta los años 60-70, por niñas, mujeres jóvenes, en plena madurez o en el final de los días, pero no he podido evitar pensar que Alice Munro estaba hablando de ella misma todo el tiempo. Sobre los distintos yos que cada uno tiene o podría tener, como bien se aborda en la película Mr. Nobody. No son historias alegres, ni optimistas, ni la mayor parte de las veces bonitas. Son historias duras, donde hay amor, pero también desesperación, apatía y dolor. Un dolor privado, contado a la pasada, que ante mí se infla y se convierte en algo insoportable. Son historias reales, comunes, de gente común. Son historias costumbristas, casi etnográficas. 

Munro ha escrito más de un centenar de cuentos y una novela Las vidas de las mujeres y el guión de una película Lejos de ella. No la he visto, pero por el tráiler, parece que sigue la misma línea que sus relatos. 


15 diciembre 2013

El hada carabina y la Saga Malaussène


Leo y leo y cuando más leo menos me parece que conozco. Menos autores, menos títulos, menos historias. A veces es una frustración, otras en cambio me estimula para leer más y me maravilla la cantidad de cosas que están por ahí fuera para descubrir. El último libro que he leído ha sido El hada Carabina del francés Daniel Pennac. 

Nunca había oído hablar de este hombre, ni del protagonista de varias de sus novelas, Benjamin Malaussène, pero he aquí que encuentro este libro en la biblioteca, al lado de un montón más del mismo autor y lo cojo. Porque me gusta la ilustración de la portada y las palabras de la contraportada. No sé si es una buena razón para empezar a leer un libro, pero fue la mía, ¡qué le vamos a hacer! 

Siempre que acabo de leer un libro y voy a empezar a escribir sobre ello me intento documentar un poco sobre la novela, el autor, su bibliografía, si han hecho película o no, curiosidades, bla, bla, bla... Pues mira por dónde descubro que internet está repleto de artículos, entrevistas, reseñas y demás sobre Daniel Pennac y yo sin haber oído hablar de él en toda mi vida. ¿Acaso he estado en una burbuja toda mi vida? No, no creo, pero aún así los caminos comunicacionales de Pennac no habían tenido a bien cruzarse con los míos. Hasta ahora. ¿Es el destino? ¿Era el momento de que lo descubriera y lo apreciara?¿Sí que me había cruzado con él pero lo había olvidado? Se me plantean demasiadas preguntas para las que no tengo respuesta. 

Voy a por el libro, que es terrero firme. Primero breve reseña trasera: "Ancianas que plantan cara a los jovencitos, vejetes que se drogan instigados por una misteriosa enfermera, comisarios que enseñan a robar... Y Benjamín Malaussène tiene que hacer frente a todo ello". Una novela negra, humoristica y poética. Y rara, rara, de las que a mí me gustan.  

Todo comienza una noche de frío invierno. Una ancianita dispara y mata a un policía de paisano que estaba haciendo la ronda para descubrir al asesino de ancianas a las que robaba su pensión. La policía comienza a investigar acerca del asesino. Sobre todo un maduro policía asiático, que se disfraza de la Señora Ho, una anciana vietnamita que muestra su dinero sin reparo y que es bastante metiche. Y todas las pistas, todos los caminos llevan a Malaussène. 

Benjamín Malaussène es un joven que vive en el barrio multicultural y étnico de Belleville, -un barrio de mucho encanto, mucho comunitarismo, pero también muchos trapicheos, mucha incursión policial, muchos abusos no denunciados, donde sin pretenderlo Malaussène se ve implicado-. Vive en una casa con su madre, varias hermanas y hermanos a cada cual más especial, con un montón de ancianos ex-drogadictos y con un perro epiléptico. Trabaja en una editorial como chivo expiatorio profesional. Esto es, es el encargado de enfrentarse con todos los clientes, escritores y proveedores descontentos y asumir como propios los errores de otros mientras intenta calmar los ánimos del personal. No parece ser un trabajo satisfactorio, pero se le da muy bien. 

Benjamín se vio, primero implicado en La felicidad de los ogros (que no he podido leer por no tenerlo la biblioteca), después en este libro, a continuación en La pequeña vendedora de prosa, El Señor Malaussène, Entre moros y cristianos y, finalmente en La fruta de la pasión, último libro de la saga publicado en 1999. 

Me ha gustado el estilo, me ha gustado el surrealismo, me ha gustado su poética, me ha gustado cómo me ha mantenido Pennac en vilo en ciertos momentos, me han gustado los personajes que construye. Y como me ha gustado todo eso seguro que seguiré a Malaussène de cerca en un futuro. 

09 diciembre 2013

El placer de la lectura: ¿pasión u obsesión?

Hace unos meses abandoné el blog porque no me apetecía seguir escribiendo. No es que no se me ocurrieran cosas que contar, no es que no echara de menos hacerlo, no es que dejara de escribir, es que no tenía ganas de escribir de cosas personales. Y por personales no me refiero sólo a lo que me pasaba a mí, sino a lo que pasaba por mi cabeza, así que empecé a escribir sobre lo que leía. Antes ya lo había hecho con mis lecturas de cada mes, pero cuanto más escribía sobre lo que leía más quería leer y más quería escribir, y por alguna razón lo hice en facebook, esperando que alguien me parara o me alentara o me comentara o hiciera patente que estaba ahí, cosa que echo de menos en este blog, que no sé si alguien lee pero que casi nadie comenta. 

Desde hace un par de semanas estoy actualizando el blog, comenzando por volcar todo lo que escribí en facebook, sobre qué me pareció tal o cual libro. Son unos cuantos, así que si no os gusta el tema tened un poco de paciencia porque noto que, poco a poco, vuelve Lamb. La que piensa tonterías y las suelta, la que es capaz de hacer broma de situaciones absurdas, la que se enfrenta al "vuelva usted mañana" y se queja. 

Mientras esa Lamb acaba de llegar escribo sobre la lectura y sobre ciertos temas que van asociados y con los cuales yo tengo más que mis dudas sobre su corrección. La tele es mala, atonta los sentidos, te fríe el cerebro y te estropea la vista, es para paletos e incultos que se tragan cualquier cosa que echan. No pasa nada con ver un poquito la tele cada día, pero eso de estar cuatro horas delante de la caja tonta no sólo te embrutece sino que te engorda, que claro te sientas en el sillón con una cerveza o una soda en la mano y chucherías en la otra y te dedicas a perder el tiempo. ¡Sal y vive tu vida, en vez de vivir a través de la de los demás!

Leer es bueno, te expande la mente, te hace soñar, te culturiza. No pasa nada por disfrutar de unas horas de lectura al día. No pasa nada por olvidarte del mundo real durante unas horas y recluirte en ese mundo ficticio que te presenta el libro. No pasa nada por estar sentado o tumbado leyendo; el ejercicio que no hace el cuerpo lo hace la mente. Leer es bueno. Y no hacen falta razones para leer, pero si necesitas alguna ahí van 33. 

Estoy haciendo de abogada del diablo, porque no tengo tele en casa y leo mucho.

Leo y leo y leo, y en un momento determinado empiezo a pensar que me he convertido en una adicta. Cada página que devoro me llena de una energía desconocida y cuando acabo el libro me quedo vacía, desapasionada, perdida y la única forma de huir de esa horrible sensación es abriendo un nuevo libro y empezar, de nuevo, con ese círculo dañino. 

Leer me culturiza, mi vocabulario mejora, mi ortografía mejora, mis conocimientos sobre distintos temas aumentan. Leer me entretiene, a veces paso horas pegadas a sus páginas (no estoy en contra del e-book, pero yo sigo fiel al libro de papel) sin darme cuenta de que no he comido, de que ha anochecido o, en el peor de los casos, de que ya ha amanecido. Leer me evade. Leo sobre investigaciones policiales, sobre vidas marcadas por guerras, por secretos, por descubrimientos y me olvido de mi realidad rutinaria. Me olvido tanto que cuando vuelvo mi vista a esa cotidianidad es un poquito más fea que antes, un poquito más desabrida. Leer me hace sentirme acompañada. Los personajes de las novelas sufren conmigo, disfrutan conmigo, piensan conmigo, sienten conmigo, o más bien yo con ellos, y a veces se meten tanto debajo de mi piel, de mi corazón y de mi cabeza que cuando el libro acaba me siento en el más absoluto de los abandonos. Porque sé que ya no volverán, que no hay más que eso, que yo sigo viviendo y caminando hacia delante y ellos pararon y lo único que se me ocurre para desembarazarme de esa tristeza es buscar a otros "compañeros de viaje" en otras historias, sabiendo que todo se repetirá una y otra vez. 

No critico la lectura. No desincentivo que la gente lea, lo que sea, periódicos, cómics, ensayos, novelas... Porque yo no podría vivir sin hacerlo, pero a mí se me han ido las cosas de las manos. Hace tiempo que me he dado cuenta y mi propuesta de nuevo año será leer menos y mejor. No mejores libros, sino con mejor actitud, sabiendo hasta dónde puedo dejarme arrastrar por las historias, por los personajes. Sabiendo que no es malo un rato de evasión pero que no puede convertirse en mi día a día. Yo leo por la misma razón que otros ven la tele. Porque necesito encontrar esa dosis de relevancia, de interés que no encuentro en mi vida diaria. Pero el problema no es mi vida. El problema soy yo y los libros sólo elevan las expectativas más y más alto. Si no lo paro ahora, dejaré de disfrutar mi realidad. Y eso me da miedo. 

Nada es malo si se hace con moderación, incluso ver la tele. Nada es bueno si se hace sin medida, incluso leer. Escribir mejora las cosas. Escribir sobre la novela, sobre lo que me ha hecho pensar, lo que me ha hecho sentir, pone las cosas un poquito en perspectiva, por eso, aunque a veces me parece que meto un rollo con tanta crítica y tanto libro, no puedo dejar de hacerlo y así, piedra a piedra, voy creando mi camino de baldosas amarillas que me permita volver de la tierra de Oz.

07 diciembre 2013

Blancanieves (y alguna otra) debe morir


Blancanieves debe morir podría ser una de estas novelas de misterio-asesinato que llegan de los fríos polares como el Blizzard o el Aquilón, a pesar de ser alemana. Porque hay asesinatos, hay frío y hay caracteres herméticos y atmósferas como paisajes nevados, que bajo la calma y homogeneidad esconde suciedad y miseria.  

Podría y quizás lo sea, pero sea como sea yo he visto algo más en esta novela cuyo título ya me había enganchado antes de leerla. 

La contraportada de la novela dice:
Un sombrío día de noviembre unos obreros encuentran un esqueleto humano en un antiguo aeródromo del Ejército norteamericano en un pueblo cerca de Frankfurt. Poco después alguien empuja a una mujer desde un puente. La investigación lleva a los comisarios Pia Kirchhoff y Oliver von Bodenstein al pasado: hace muchos años, en la pequeña localidad de Altenhain, desaparecieron dos muchachas sin dejar rastro. Un proceso judicial basado en pruebas circunstanciales hizo que el presunto autor Tobías acabara entre rejas. Ahora éste ha vuelto a su pueblo. La desaparición de otra chica desatará una auténtica caza de brujas.
Más allá de las investigaciones típicas en este tipo de novelas, los secretos del pasado, las luchas internas y externas de los investigadores y las atrocidades que los seres humanos cometemos contra los demás están dos temas que siempre me han interesado.

El primero es por qué tiende a ser verdad el dicho "pueblo pequeño infierno grande", cuando, a priori, la camaradería y la buena voluntad debiera reinar en las pequeñas comunidades en las que la supervivencia depende de la ayuda del prójimo. Caciques, amenazas veladas y explícitas, secretos guardados pese a todo y pese a todos, la realización de un mal individual por un supuesto bien común... Como las esporas vuela de pueblo en pueblo, de país en país y de continente en continente para reproducirse a lo largo y ancho del globo terráqueo. 

El segundo tema es el del enjuiciamiento popular. Una persona comete un delito, o no, es juzgado por la justicia reglada, o no, cumple su condena, o no, pero siempre, siempre, siempre, acaba siendo juzgado por sus vecinos, sus compañeros de trabajo, e incluso sus familiares que le hacen la vida imposible y le recuerdan que es un monstruo o un criminal y que lo seguirá siendo hasta el fin de sus días y ellos no van a cejar en su empeño de recordárselo de todas las maneras posibles. ¿Qué nos hace ser tan poco comprensivos e indulgentes?, ¿nuestros propios errores y faltas?, ¿por qué nos creemos con derecho a juzgar a los demás sin conocer los hechos?, ¿por qué insistimos en expandir nuestra inquina y fijación como si el apoyo de los demás legitimara nuestra actitud y nuestras acciones?, ¿somos conscientes del daño irreparable que este tipo de comportamientos causan en el objeto de nuestro enjuiciamiento?

Pese a todo, y cambiando de tema, Blancanieves debe morir, y La Bella Durmiente y Cenicienta y muchas más "princesas" de cuento, porque su existencia ha hecho, y sigue haciendo, mucho daño a millones de niñas y mujeres a lo largo de la historia. 

03 diciembre 2013

Mira que te mira Dios, mira que te está mirando

Segunda novela de la primera mitad del S. XX, El tiempo de los emperadores extraños del ovetense Ignacio del Valle. Ignacio, chiquillo, qué joven, qué guapo y cuánto has escrito. Que sepas que siento una punzada de envidia cada vez que lo pienso. Pero de la sana, que conste. 

El hecho de que la novela esté ambientada en la II Guerra Mundial es una cuestión secundaria, porque tal como yo lo veo del Valle la podría haber ambientado en cualquier momento del siglo pasado (e incluso de éste) y hubiera funcionado. 

A grandes rasgos os diré que la novela va, principalmente, de asesinatos y de un detective improvisado. Tiene lugar en el invierno de 1943, en la División Azul destinada en el frente de Leningrado. En un lago congelado (con -30 grados de temperatura para no congelarse) aparecen un montón de cabezas de caballo y un soldado español con la garganta rajada y una frase grabada en el pecho que dice "Mira que te mira Dios". El soldado al que le encargan vigile el cadáver, Arturo Andrade, resulta que antes era un teniente que cayó en desgracia y es muy avispado, así que los superiores le piden que investigue quién es el asesino. Y claro, después de un asesinato viene otro y la cosa se va enredando. 

No es que no me haya gustado el libro, que sí, que es entretenido y tiene momentos y frases memorables, pero no sé por qué, es uno de estos libros que me dejan un poso amargo. Después se va y se me quedará el dulzor en las papilas. Pero eso será luego. Por ahora cuento lo que me ha amargado. 

La jerigonza mezclada con el lenguaje más cuidado me ha chirriado. Primero porque no está delimitada en jerigonza a los diálogos de los soldados y la prosa más formal a la narración, sino que del Valle a veces mete palabros en mitad de la narración que, para mí no sólo no pintan nada sino que además me hacen considerar el libro menos serio (quién sabe, quizás esa era su intención). Y segundo porque yo no viví en esa época y del Valle se habrá documentado, por lo que seguro que me equivoco, pero la jerga y los coloquialismos que usan los soldados suenan demasiado actuales. Por poner un ejemplo uno de los soldados se admira por el "buga" que tiene. Buga viene de Enrico Bugatti, un empresario automovilístico italiano que comercializó coches durante la primera mitad del S. XX. No sé si la derivación ya existía en 1943, pero que un soldado de un pueblo recóndito de la provincia de Burgos use esa expresión, me resulta chocante. Mi abuelo, que podría haber luchado en la II Guerra Mundial no utilizó esa expresión en su vida. 

Yo no soy nada de logias, organizaciones secretas, ritos satánicos ni nada parecido. De hecho me parecen paparruchadas, por eso el hecho de que meta a la masonería por medio (afortunadamente no como complots oscurantistas ni nada parecido) ha hecho que para mí el libro perdiera puntos. 

Arturo Andrade me tenía más o menos cautivada con sus ideas derechistas no desquiciadas ni radicales, con sus limitaciones, dudas, momentos brillantes, vamos, como cualquier tipo. Pero de pronto hace algo, en la página 267 y me pierde. Alguno podría decir que lo que hizo lo podría hacer cualquier tipo, pero yo no estaría de acuerdo. No sé si las mentes masculinas son tan retorcidas (aunque algunos dirían simples), pero si lo son, me alegro de ser mujer. No cuento más porque no quiero destripar la cosa. 

Y aquí me surge una pregunta de estas idiotas que tengo yo a veces. Si España está plagadísima de González, García, Fernández, López, Pérez y demás ez, por qué la literatura española está llena de Andrades, Estradas, Navajas, Chamorros, Mendozas, Bevilacquas, Quirogas o Carranzas. ¿Por qué no puede haber una investigadora que se llame Laura Fernández o una víctima llamada José Antonio López? Acaso las personas que tenemos apellidos normales y corrientes no somos merecedoras de protagonizar una novela? Sin más. Sólo una reflexión.

Me ha gustado el ritmo de los diálogos, la chispa que hay debajo. Me ha gustado que haya decidido centrarlo en un batallón de la División Azul, de la que no sabía mucho, la verdad. Me han gustado algunas de las reflexiones que se hacen los protagonistas. Hay cosas que sí me han gustado.

Y para los cinéfilos descubriros (por si no lo sabíais) que la novela fue llevada a la gran pantalla por Gerardo Herrero y protagonizada, entre otros por Juan Diego Botto y Carmelo Gómez, bajo el nombre Silencio en la nieve. No la he visto, pero por el tráiler parece que sigue muy de cerca tanto el argumento como la estética de la novela. 

29 noviembre 2013

La bibliotecaria de Auschwitz

Siento gran atracción por las historias que tienen lugar en la primera mitad del S. XX. Una época política, económica y socialmente convulsa y, sobre todo, muy documentada. Tantos conflictos, tantas guerras, preguerras, postguerras, donde el ser humano saca lo mejor y lo peor de sí mismo. No soy muy original porque libros sobre la Guerra Civil Española, sobre la I y II Guerra Mundial hay a patadas (bueno, sobre la I no tantos), lo que quiere decir que es un tema que interesa mucho tanto a escritores como a lectores. 

Toda esta diatriba viene a justificar el porqué de que de los últimos cuatro libros que tengo para leer, tres estén ambientados en esa época. Pero empecemos por el principio.

El primero es La bibliotecaria de Auschwitz, del zaragozano Antonio G. Iturbe. En él seguimos los pasos de Edita Adlarova (Dita), una niña de 14 años, checa y, por supuesto judía, que recala, junto con su madre y su padre, en otoño de 1944, en el campo familiar de Auschwitz y se convierte en la bibliotecaria secreta de 8 libros en papel y media docena de libros vivientes, en un lugar donde los libros estaban terminantemente prohibidos con muerte al que fuera sorprendido con uno. Recordamos con ella su vida burguesa en Praga, su posterior empobrecimiento, las dificultades vividas en el gueto de Terezín, la deportación a Auschwitz, sus encuentros con Mengele -el Dr. Muerte- su miedo, su frío, su hambre, su determinación, sus férreas convicciones sobre lo que es bueno y lo que es malo, sus apreciaciones de la vida cotidiana del campo de concentración, sus sueños, su escapada de Auschwitz a través de la ventana que cada libro que lee le abre... 

Seguimos los pasos de Freddy Hirsch, alemán y también judío, con una infancia difícil y solitaria y una adultez igual de solitaria, pero con el peso del mundo sobre sus hombros. Su energía, su figura como modelo a seguir, su apoyo incondicional hacia la juventud y los niños, su secreto...

Seguimos los pasos de Rudi Rosenberg, de 19 años, que ocupa el cargo de registrador de todo lo que pasa en el campo y que tiene una estancia mejor que el resto, aunque sigue siendo preso y judío. De su enamoramiento, su descubrimiento de la felicidad en el lugar más infeliz de la tierra, su ahogamiento en esa falta de libertad externa que le estrangula la interna....

Es un libro de la II Guerra Mundial, es un libro sobre los horrores del nazismo, sobre las atrocidades cometidas por los experimentos médicos maquiavélicos de Josef Mengele, sobre la pérdida de la inocencia, de la infancia, de la libertad y de la vida de millones de judíos. Es un libro sobre cómo la supervivencia nos hace egoístas y nos lleva a pasar por encima de los demás a cualquier precio siempre y cuando nosotros podamos seguir adelante. Es un libro sobre la capacidad del ser humano para adaptarse a situaciones inconcebibles. 

Pero también es un libro de esperanza, de valentía, de historias personales de gente que arriesgó su vida (y en ocasiones la perdió) por los demás, porque aún creía en que el bien se impondría, en que pensar en el bien colectivo era más adecuado que pensar en el propio. Y, sobre todo, es un libro que ensalza la lectura y la cultura como el bien más preciado del ser humano, porque "abrir un libro es como subir a un tren que te lleva de vacaciones". 

Buena parte de las personas que aparecen en el libro existieron realmente y padecieron lo que Iturbe narra y a mí eso me hace plantearme a veces la siguiente cuestión "¿Si yo viviera esa misma situación, qué clase de persona sería, la que se mantendría fiel a sus creencias y arriesgaría todo por lo que cree o la anónima que sufriría sin hacer nada?

Me preocupa la respuesta.  

18 noviembre 2013

Conjuras, amor, odio, arte y mucho más en La tabla esmeralda


La lectura de este libro ha sido posible gracias a tres personas a las que quiero dedicarles un aplauso. A mi compañera de trabajo Mariaeugin, por regalármelo las navidades pasadas (siento haber tardado tanto en leerlo, que no ha sido por no querer sino porque ya sabes que me lío en la biblioteca) y a mis dos vecinos de arriba por mantenerme despierta hasta las 2 de la madrugada y hacer que no soltara el libro hasta terminarlo. Gracias.


Han sido tantas emociones juntas que no sé ni por dónde empezar. Son tres historias, que obviamente se entrelazan. Una, de la que menos se cuenta, transcurre en 1492, en la Italia de los Médici. Las otras dos, las más importantes y donde está toda la chicha tienen lugar en el París ocupado por los nazis de 1943-1944 y en la Europa contemporánea (comienza en España y se expande).

Trata sobre un cuadro, el poder que encierra y las vidas que se lleva por delante en la pugna por poseerlo. [Suena un poco a "El código Da Vinci"]. Trata sobre una chica de clase media, anodina pero con un encanto oculto, que mantiene una relación de amor subordinado con un riquísimo y atractivísimo alemán que la maneja a su antojo. [Suena un poco a "50 sombras de Grey"] Trata sobre un comandante nazi que se enamora de una judía. [Aquí me vinieron recuerdos de "Dime quién soy", de Julia Navarro]. Pero sobre todo trata, y aquí viene para mí el acierto de Clara Montero, sobre el expolio de obras de arte, por parte de los nazis, a los judíos. No quiero contar más que destripo la historia.

El libro está bien escrito, con personajes interesantes, como Georg von Bergheim, del que, por supuesto, es difícil no enamorarse, documentado y con unas tramas que te atrapan. Clara Montero no ha inventado nada, pero ha sabido escribir bien un libro que te llama a que lo leas (no tiene nada que envidiarle a "Dime quién soy", así que no sé muy bien por qué uno ha sido más famoso y leído que el otro). Tampoco esperéis una obra maestra, porque no lo es.
Sólo le pongo un pero, que los lectores de e-book se ahorran. Y es que para mí, que leo siempre tumbada en la cama con Calcetines apoyado en mi brazo, sus casi 750 páginas han sido una tortura. Me duele todo.

Por cierto, estoy impresionada con Carla Montero. Cuarenta años, casada, con cuatro hijos, guapa, elegante, licenciada en Derecho, diplomada en Administración de Empresas y con tiempo para escribir un libro de este tipo. Qué estoy yo haciendo con mi vida, me pregunto.

16 noviembre 2013

El libro del Dr. House


Y después del bonito dramón de Rostain, y para no irme con la muerte a la cama, escogí a Hugh Laurie y su ácido humor. El libro es de esos de sin más, de los que lees, disfrutas en su justa medida y olvidas. 

Hugh Laurie (más conocido como el Dr. House) no sólo actúa, sino que toca el piano, la guitarra, el saxofón, la batería y la armónica. Y además escribe. Y que conste que no ha aprovechado el tirón de House, sino que este libro ("Una noche de perros" en España y "The Gun Seller" en su título original) fue escrito en 1996. Vamos, que ha llovido bastante ya. 

Hay una cosa curiosa con este libro y es que no tengo ni idea de dónde ha salido. Bueno, físicamente sí, de una de las cajas de la mudanza, pero es que yo no recuerdo haberlo comprado y, mucho menos, haberlo empaquetado, así que probablemente como vino se irá. 

El protagonista de esta novela es Thomas Lang, un antiguo militar inglés que ahora vive de hacer "trabajillos" de diverso cariz. En una de estas le ofrecen un porrón de dinero por asesinar a un tipo, pero como él puede que sea muchas cosas pero no es un asesino a sueldo, va a donde la persona que le han pedido que asesine para avisarle de que le quieren matar. Y aquí se complica la cosa. 

Entran los estadounidenses en acción y el mercado de armas y una idea que no me ha parecido demasiado descabellada, que es la de que ciertos actos terroristas son financiados por las empresas armamentísticas como una forma de promocionar sus productos a través del gran spot televisivo como son los telediarios. También entra Sarah, la hija del hombre al que tenía que matar, que, desde luego es una borde, interesada, pija, desleal y petarda en todos los sentidos, pero como también es muy guapa y tiene un cuerpo espectacular, pues el gilipollas de Lang cae enamorado de ella y se mete en ciento y un patatales sólo para asegurar su seguridad. 

Personalmente, el personaje de Lang me ha parecido un megamix de varios detectives de ficción. Más un pelín de Laurie. Lang es un tipo solitario, al que le gustan las mujeres despampanantes y él a ellas (aunque él se empeñe en hacerse el sorprendido cuando eso ocurre), ácido, honesto, con conciencia, bebedor de whisky, fumador empedernido, y el toque Laurie: con una altura considerable que saca a relucir siempre que puede y un amor incondicional por las motos (en este caso una Kawasaki ZZR). El problema con un personaje como este es que los finales son previsibles, porque sabes que no va a hacer nada inmoral. 

Lo mejor, las reflexiones sin sentido que hace de cuando en cuando. Por ejemplo: ¿por qué se dice que cae la noche y el día se levanta, si la noche llega cuando el sol -el día- se cae en el horizonte? O la comparación en que las expectativas de sexo entre hombres y mujeres es como un Fiat Panda y un Volvo. Ninguno es mejor que el otro, pero no le pidas a un Fiat Panda que lleve un armario en el maletero ni a un Volvo que aparque en cualquier espacio, porque no. Y como las cosas son como son, no es plan de echarle en cara al Panda que no pueda cargar muchas cosas, ni al Volvo que sea como una limusina y para aparcarlo necesite un desierto. 

En fin, que le da vueltas a chorradas como estas que tanto me gustan a mí.

14 noviembre 2013

El duelo de monsieur Rostain

Me he sentido bastante morbosa leyendo El hijo de Michel Rostain, y más porque hoy he comido con el tenedor en una mano y el libro en la otra, lo cuál me ha parecido lógico en su momento (más que nada porque me había enganchado y quería terminarlo) pero totalmente insano después.

Es morboso y es insano porque El hijo es una historia autobiográfica. Y triste. E íntima. El 25 de octubre de 2003, a las 16:17 hrs, Lion, el hijo de 21 años del autor, Michel Rostain, muere repentinamente de meningitis fulgurante. El dolor que, tanto Michel como su mujer Martine, sienten al perder a su único y queridísimo hijo es tan insoportable que por sus mentes les pasan pensamientos negativos de todo tipo.


A lo largo del libro, narrado en tiempo presente por el hijo ya ausente, se nos cuenta los días de antes de su muerte, el día mismo, los días posteriores, el funeral, la cremación... se cuenta lo que pasó, por la vida de Michel y Martine, por la cabeza de Michel, por el corazón de Michel. Se cuenta cómo salieron de ese terrible vacío que la muerte de Lion les trajo sin dejar de recordarle cada día y no sólo en el pensamiento, sino a través de conversaciones, de fotos, de viajes catárticos. Se cuenta cómo, poco a poco llegaron a convencerse y a asumir que "se puede vivir con eso".

He llorado unas cuantas veces y he sonreído otras cuantas. He pensado, he sufrido con su dolor, me he preguntado cómo terminaría, me he preguntado si terminaría. Terminó. El libro. Y ahora no sé si seguir pensando en ello o correr el telón para que comience otra función. Son las 00:25 de la noche y tengo que tomar una decisión: llevarme a la muerte a la cama o despistar a Morfeo durante un rato más, mientras lleno los rincones de mi cerebro con otras cosas. Sea lo que sea, aquí termino.

11 noviembre 2013

Novela policiaca con sabor local

Creo que voy a tener que comprarme una tele. Porque claro, domingo, 9 de la tarde, es de noche, llueve, la casa recogida, no tengo tele, ¿qué hago? Me meto en la cama y leo. Y leo, y leo, y leo, hasta que me acabo el maldito libro a las dos de la mañana. 

Salto a la literatura nacional, y, más concretamente, a la literatura de mi tierra de adopción, Navarra. Aunque la autora sea guipuzcoana. El guardián invisible es el primer libro de una trilogía de la inspectora de policía Amaia Salazar, que tras muchos años vuelve a su pueblo, Elizondo, en mitad del Valle del Baztán, a investigar los asesinatos de unas adolescentes.

Además de las complicaciones propias de cualquier investigación policial que se precie, Salazar se enfrenta a su familia y a los fantasmas del pasado. Todo esto mezclado con mucha mitología pagana, en plan brujas, homínidos que cuidan del bosque, hadas, etc... Porque los crímenes no sólo pasan en Vermont o en el Condado de Sadelshire de Inglaterra, también los hay patrios y para que vendan tienen que tener algo especial.

El libro se lee fácil y la verdad es que leer sobre un lugar que se conoce siempre gusta más, pero, y aquí viene el pero, hay tres cosas que me han chirriado un poco del libro.

La primera es que en la página 50 ya sabía quién era el asesino y eso a mí no me pasa casi nunca, que no soy yo muy intuitiva para temas criminales. ¿Suerte por mi parte o el libro es previsible?

La segunda es que creo que Redondo se ha pasado un poco recreando la vida de la inspectora. Un pasado trágico y un marido perfecto en contraposición a sus dos hermanas con una infancia tranquila y unos maridos para llorar. ¿Se trata de una cosa kármica? Un ambiente de trabajo que navega entre el odio absoluto de algunos de sus compañeros y el amor y fidelidad incondicional de otros. No sé, todo muy extremo en mi opinión.

La tercera es que sí, la vida en el Baztán antiguamente tenía que ser un infierno, por lo que sus habitantes debían de ser muy duros para sobrevivir, pero vamos, que Redondo los describe casi como héroes/heroínas sin nombre. Y los describe y los describe, porque no cabe duda de que Redondo tiene una admiración sin límite por los baztaneses. Y no digo yo que no fueran excepcionales, pero ¡vamos! como casi todos los habitantes del norte de España, que tuvieron que soportar el mismo frío, humedad, inviernos eternos, pobreza, hambre...

Por lo demás bien, ha cumplido su cometido que es el de entretener.

10 noviembre 2013

Era dos veces el Barón Lamberto

C'era due volte il barone Lamberto de Gianni Rodari es el primer libro que leo en italiano que no está adaptado para extranjeros que intentan aprender el idioma. Es un libro para niños de 11 años, pero como yo soy muy infantil, pues me ha gustado la historia y, desde luego, las ilustraciones de Francesco Altan. Le he cogido cariño al Barón Lamberto y, sobre todo, a su mayordomo Anselmo, siempre con el paraguas colgando del brazo. 

"En medio de la montaña está el lago de Orta. En medio del lago de Orta, pero no justo en la mitad, está la Isla de San Julio. En la Isla de San Julio está la mansión del Barón Lamberto, un señor muy viejo (tiene noventa y tres años), muy rico (posee veinticuatro bancos en Italia, Suiza, Hong Kong, Singapur, etc.), siempre enfermo. Sus enfermedades son veinticuatro. Sólo el mayordomo Anselmo las recuerda todas. Las tiene escritas en orden alfabético en un pequeño bloc de notas: asma, arterioesclerosis, artritis, artrosis, bronquitis crónica, y así hasta el final de la z de zoppia (cojera). Al lado de cada enfermedad Anselmo ha anotado la medicina que tiene que tomar, a qué hora del día o de la noche, la comida permitida y cuál está prohibida, las recomendaciones de los médicos: "Estese atento a la sal, que aumenta la tensión", "limítese con el azúcar que no va bien con la diabetes", "evite las emociones, las escaleras, las corrientes de aire, la lluvia, el sol y la luna".


¿Que de qué va el libro? Pues no lo puedo contar, porque cualquier cosa que diga sería destriparlo. Sólo decir que es un libro divertido, imaginativo y ácido. Lo demás lo tendréis que descubrir leyéndolo.

05 noviembre 2013

Hablemos un poco de los urcas


Educación siberiana de Nikolái Lilin, habla sobre la vida y costumbres de los urcas, un pueblo siberiano que fue deportado por Stalin a Transnistria, un territorio entre Ucrania y Moldavia. Los urcas son criminales honestos, con unas reglas rígidas y claras, un espíritu comunitario muy fuerte, opuestos a la exhibición de riqueza, al abuso de poder y las personas no dialogantes. 

No es un libro antropológico, aunque pudiera serlo, de alguna manera, sino que Lilin va contando su infancia y adolescencia dentro de esa comunidad (él es urca), lo que veía, lo que aprendía, lo que sentía, lo importante y lo que no, anécdotas y sucesos que le pasaron a él o a alguien conocido... 

He echado en falta el enfoque de género. Los urcas parecen ser una comunidad patriarcal, y aunque en algún momento Lilin comenta que las mujeres criminales son tanto o más respetadas que los hombres, la verdad es que todo se centra en los hombres.  

Recomiendo el libro, salvo para aquellas personas que tienen un sistema de valores muy férreo y un concepto muy claro de lo que está bien y de lo que está mal,  y salvo para los que no tienen ni corazón, ni cabeza, ni estómago para historias truculentas contadas sin paños calientes. Para esos no porque lo van a pasar mal.

Como curiosidad contar que el libro se ha llevado al cine, por el director italiano Gabriele Salvatores (Lilin está afincado en Italia desde hace unos años) y que cuenta con la presencia de John Malkovich y Peter Stormare, lo que parece que le da más caché a la cinta. No he visto la película, pero según lo que aparece en el trailer, cualquier parecido con el libro, es pura coincidencia. 


03 noviembre 2013

Libro para los días tristes

Este libro me lo prestó Farfalla, sólo para sacarme una sonrisa y para que no me olvide del inglés. The Blue Day Book de Bradley Trevor Greive es... mejor que lo veáis.




Como ni él mismo se toma realmente en serio no lo podemos denominar como un libro de autoayuda (hacia los que tengo que confesar que sentimientos negativos). No es un gran libro ni es uno de estos libros que se le quedan a uno impreso en la memoria, pero no hace falta. Lo mejor, las imágenes de animales elegidas. Y él lo sabe.


02 noviembre 2013

Ven te invita a pensar

Ven de la escritora danesa Janne Teller. Otro librito corto con letra grande y espaciada. Nada que ver con el anterior. Esta vez la contraportada sí que me dio lo que prometía. 
Una noche de invierno, mientra la nieve cae sobre la ciudad, un editor revisa una novela que está a punto de mandar a imprenta. Se trata de un libro, de un autor importante, que se convertirá en un best seller. Cuando una antigua conocida aparece en su oficina para contarle que el libro está basado en un hecho real del que fue víctima durante su estancia en África como delegada de las Naciones Unidas, el editor se enfrenta a un dilema: ¿Debe publicar la novela y asumir las funestas consecuencias personales y políticas que tendría hacerlo?¿O debe resignarse a anular el lanzamiento millonario?
La historia, contada en tercera persona, se va mezclando con un discurso que el editor está escribiendo para una conferencia sobre arte y ética. A medida que va planteando preguntas y desarrollando sus argumentos, pedazos de su vida le vienen a la mente que le hacen duda de todo lo que piensa y escribe. 

El arte hace el mundo un lugar más valioso para la vida. 
¿Es una calumnia crear un personaje de ficción identificable con una persona real y atribuirle características o sucesos que no son verdaderos?
Lo que los otros nos hacen no sirve de pretexto para lo que podamos hacer nosotros a los demás. Uno cuenta con un único sistema de valores, con unos actos individuales, para juzgar su propia vida. 
El artista tiene responsabilidad para con sus semejantes. Como persona [...] ¿Cuál es la cuota de responsabilidad del receptor? ¿Y del intermediario?
¿Es el artista un depredador capitalista que convierte el entorno en un esclavo inconsciente, aliado de sus creaciones? ¿Al igual que una sanguijuela chupa sus historias de la venas de los demás? ¿Y obtiene su beneficio añadido que su entorno ha sacado de merecidas experiencias vitales? ¿Es necesario eso? ¿Adonde ha ido a parar la imaginación?
No leáis el libro esperando una respuesta a todas estas preguntas. Yo creo que todos tenemos nuestras propias respuestas, pero hacía falta que alguien planteara las preguntas. 

La autora tiene otro libro aún más laureado Nada que también está en la Biblioteca. Ya os contaré qué tal en cuanto lo lea. 

01 noviembre 2013

Chabon no me convence

Cogí La solución final , de Michael Chabon, de la biblioteca porque lo que contaba la contraportada prometía, pero algo no cuadraba y tenía la sensación de que no estaba haciendo una buena elección. Si es que a veces hay que seguir los instintos. 

Contraportada: 
En su largo retiro en la campiña inglesa, un anciano de 89 años, que según rumorean los lugareños fue años atrás un famoso detective, vive apartado del mundanal ruido. Un día irrumpe en su ordenada vida Linus Streinman, un muchacho judío y mudo que ha escapado de la Alemania nazi con un loro gris como único compañero. ¿Qué significa la misteriosa cadena de números en alemán que el loro repite incesantemente? Michael Chabon reinventa el clásico relato detectivesco decimonónico y lo convierte en una historia de suspense moderna. 


No sé ni por dónde empezar. Es un libro corto (¡menos mal!), donde pasan muchas cosas que se cuentan en dos líneas y se cuentan pocas o ninguna en párrafos interminables. 

Para muestra este botón: 

Con la conciencia del fracaso pareció que una sombra gris le oscurecía los sentidos, como si un enorme satélite inexorable como una nube estuviera cruzando el cielo y tapando el rostro del sol. El mundo se vació de significado igual que la luz huye durante un eclipse. El enorme corpus de experiencia y sabiduría, de corolarios y resultados observados, de los cuales se sentía el maestro, quedó inutilizado de un plumazo. El mundo que lo rodeaba era una página de texto ilegible. Una hilera de cubos blancos de los que escapaba un misterioso zumbido lastimero. Un niño envuelto en una miasma reluciente de hilos, con la cara y la mirada aplanadas y bordeadas de sombras como si fueran de papel y alguien las hubiera recortado y pegado al cielo. Una brisa que dibujaba retratos ondulantes de vacío en las puntas de color verde claro de las briznas de hierba. 

Si habéis llegado leyendo hasta aquí pido disculpas y juro que no era mi intención torturaros de ninguna manera. Un poco de lírica en la prosa no está mal a veces, pero lo que hace este señor va en contra de la Convención de Ginebra. Si aún después de esto os animáis a leer el libro no acepto luego reclamaciones. 

Seguía yo con la mosca detrás de la oreja de por qué no me había convencido el libro en la biblioteca, hasta que me acordé. Hace unos cuantos meses cogí otro libro de él:  El sindicato de policía y, en contra de mi costumbre, lo abandoné en la página 50. Está claro que el ser humano tropieza varias veces con la misma piedra.

21 octubre 2013

Diario de un ama de casa desquiciada

Éste es el cuarto libro que leo este año de la Editorial Asteroide y probablemente no sea el último, porque veo que me van gustando sus publicaciones. Diario de un ama de casa desquiciada, de Sue Kaufman, se coló en mi mente en una noche de insomnio. Tanto la portada como el exterior podría ser la cara femenina de El hombre del traje gris de Sloan Wilson y la verdad es que el interior también. Parece que los años de la postguerra en EE.UU. fueron años de crisis existenciales entre la clase media. 

La protagonista es Tina, una mujer de 36 años, casada con un abogado exitoso y con dos hijas guapas y listas, que vive en un buen piso cerca de Central Park en Nueva York en los años 60. Un día comienza a sufrir ataques de pánico y a desarrollar miedos extremos a casi cualquier situación a la que se enfrenta. Con el nulo apoyo de su marido, Tina comienza a escribir un diario de todo lo que siente, hace y piensa y que no le puede contar a nadie.


Un poco a la manera del monólogo de Mamen, en 5 horas con Mario, a través de las reflexiones de Tina, nos vamos enterando de la vida del marido y de las amistades que frecuentan; de qué se esperara de una mujer de clase media en los años 50-60 en EE.UU.; de cómo las discrepancias femeninas y las frustraciones por no poder llevar la vida deseada son vistas como una histeria a tratar médicamente; de las dificultades para demostrar su inteligencia y para discernir entre lo que ellas quieren y lo que los demás les han dicho que tienen que querer...

El libro no sólo está bien escrito, sino que todos los personajes son interesantes y tiene momentos muy irónicos. Me llama la atención lo actual que me ha parecido, y es que, salvo algunos detalles, nadie diría que Sue Kaufman escribiera la historia en 1967. Como curiosidad decir que tuvo tanto su éxito cuando se publicó que fue llevada al cine en 1970. Pongo aquí la película pero ya aviso que tiene una calidad pésima. 




Siempre que leo un libro me gustaría encontrarme con alguien que lo haya leído para comentarlo, pero en esta ocasión ya no se trata de un deseo sino de una necesidad, así que a ver si alguien se anima e intercambia sus impresiones conmigo.

20 octubre 2013

Unos cuentos de Banana

Termino mi semana japonesa con cena el viernes en el restaurante China Imperial, donde no hay que dejarse engañar por su nombre, porque hacen una comida japonesa para chuparse los dedos y rascarse los bolsillos, todo sea dicho, y con Sueño profundo de la escritora japonesa más conocida fuera de su país, Banana Yoshimoto. 

Son tres historias, no muy largas que tienen en común tres cosas. Que las protagonistas son mujeres jóvenes, que tienen una relación muy especial con el sueño y con los sueños y que a través de ellos se alejan o se acercan a una persona muy importante para ellas.

Banana Yoshimoto escribe claro y conciso, sin muchos adjetivos y con bastante diálogo. Creo que, al igual que Haruki Murakami, esa es la razón por la que ha triunfado en el mundo occidental Son nipones, sí, pero cuentan sus historias con un ritmo occidental, lo que hace más fácil no sólo entenderlos sino el sentirse identificados con sus narraciones. Aunque esas relaciones familiares, sociales y esa forma de ver el amor (sobre todo desde el punto de vista femenino) me resultan extrañas cuando las leo, diría incluso incomprensibles. Pese a todo, o quizás por eso, me gusta leer literatura japonesa.

No estoy muy segura de si cogeré algún libro relacionado con Japón antes de que acabe el año, porque la verdad es que leerlos es como entrar en un sueño profundo, donde cualquier parecido con la realidad, con mi realidad, es pura coincidencia.

17 octubre 2013

Honor y dolor a la japonesa

Segundo abordaje semanal a la literatura japonesa. Hacía tiempo que no leía un cómic, así que ahí va Operación muerte de Shigeru Mizuki.

Tengo un caos de pensamientos y de emociones en la cabeza tras leerlo, pero aún así voy a intentar hacer un esfuerzo y ponerle un poco de orden; a ver si saco, al menos, un par de reflexiones coherentes. 

Sobre el contenido del libro: 


Operación muerte o Gyokusai, eran los ataques suicidas que llevaban a cabo las tropas japonesas (en este caso en la II Guerra Mundial). La acción se desarrolla en la Isla de Nueva Bretaña, en el archipiélago de Papúa Nueva Guinea, en marzo de 1945. Un grupo de entre 300 y 400 soldados japoneses se encuentra recluido en medio de la selva, sin apenas comida para alimentarse, sin apenas agua potable, con la disentería, la malaria, los cocodrilos y los ataques enemigos acabando con sus vidas. Estaban prácticamente rodeados por los soldados aliados y la única forma de sobrevivir parecía ser la de retroceder a posiciones menos comprometidas. Pero de pronto a un oficial de alto rango se le ocurre que no, que eso de retroceder es una deshonra y que lo glorioso y heroico es realizar una operación muerte, o lo que es lo mismo un ataque suicida. Morir mueres, pero con honor, oye, que no es lo mismo.


Si todos estuvieran de acuerdo me parecería estúpido, pero podría entenderlo. El problema viene cuando el oficial que pensó en esa solución también pensó que sí, que hay que morir con honor, pero que él retrocedería para poder informar sobre el resultado y claro, eso ya no gustó tanto a los soldados (que eran considerados menos valiosos que los caballos -insectos les llamaban- y que eran humillados y maltratados a la mínima de cambio), que no deseaban morir, pero que fueron obligados a morir luchando o morir en un consejo de guerra (y eso sí que era deshonor).

Sobre el libro en sí:

El cómic está dibujado en blanco y negro, y aún así, o quizás por esa razón, se sigue sintiendo el horror y la muerte. Me he dado cuenta de que Shigeru realiza dos tipos de dibujos; uno para los paisajes, concienzudo, detallista, casi como si estuviera realizando una litografía. Otro para las personas vivas (porque las muertas pasan a ser parte del paisaje). Las personas son más cómic, con trazos más bastos y menos detalles. Me ha llamado la atención el esfuerzo que ha hecho Shigeru para que cada soldado tenga su propia cara, su propia personalidad, porque ni todos los japoneses son iguales, ni todos los soldados son iguales.

Otro detalle. Operación muerte está editado a la manera japonesa, a petición del autor, lo que significa que se lee de atrás hacia delante y de derecha a izquierda, lo que a mí, que leo los periódicos así, me gusta y mucho.

Sobre el autor:

Shigeru Mizuki es ahora un anciano de más de 90 años, pero con una vitalidad envidiable. Nació en 1922 y fue uno de esos soldados de la "Operación muerte" (afortunadamente uno de los que sobrevivió, aunque a duras penas, porque estuvo a punto de morir de malaria y una bomba le arrancó su brazo izquierdo). En el libro, que dibujó y escribió en 1991, escribe el prólogo donde cuenta lo que él vivió, las licencias que se tomó a la hora de contar la historia respecto a lo que de verdad pasó y por qué decidió plasmar sus vivencias y recuerdos. Os dejo un párrafo, que él lo cuenta mucho mejor que yo:

¿Por qué era necesario defender ese territorio hasta llegar a ese punto? Al oír ese comentario lo único que pude hacer fue soltar un suspiro de impotencia. ¿Era necesario llegar a ese punto?.. ¡Qué palabras tan frustrantes! Ya nadie puede escuchar la voz de los soldados muertos.
Cuando dibujo historias sobre la guerra me sobreviene una rabia indescriptible. No lo puedo evitar. Supongo que son los espíritus de los caídos en combate los que me provocan ese sentimiento.

15 octubre 2013

El maletín del maestro


Aprovechando que este viernes comienza, en Pamplona, la semana cultural japonesa he decidido ponerme a tono con anticipación e ir leyendo algo de la literatura actual del país del sol naciente. Tras la negritud de Osamu Dazai vengo con los tonos pasteles de la escritora Hiromi Kawakami. En este caso con uno de sus libros más laureados: El maletín del maestro o como lastimosamente lo han titulado en castellano El cielo es azul, la tierra blanca. ¿Por qué, editores?, ¿por qué?

Es una novela corta, tranquila, pero dinámica como la marea, que no se nota subir, pero sube. Es la amistad y algo más de una mujer de 38 soltera y aficionada a beber sake, en los bares, con su antiguo profesor de japonés ya septuagenario. 

Mientras estaba leyendo, la peculiar forma que tienen Tsukiko y su sensei de acercarse y alejarse, como un péndulo, me recordaba a Lo que queda del día  y entonces me di cuenta de que claro, a pesar de que sea una historia protagonizada por británicos en plena campiña británica, Lo que queda del día está escrita por un japonés, Kazuo Ishiguro y es que parece que no se diferencia mucho la flema británica de la timidez nipona. 

Tras leerlo he descubierto que mi adorado Jiro Taniguchi ha hecho un manga con la historia, llamada Los años dulces y parece ser que se llevó también al cine en 2003. Pero a pesar de que en todos los lados lo dicen y que he encontrado incluso hasta el reparto he sido incapaz de encontrar nada más sobre la película (ni una sola línea en IMDB y eso sí que es raro raro).

Volviendo al libro, tengo que admitir que a pesar de no estar hoy en modo romántico se me han escapado un par de lágrimas al final. Y eso es bueno.