31 mayo 2012

Odio el verano

Odio el calor y el sol. Bueno, el sol no tanto, a no ser que sea uno de esos soles cegadores, que te hacen pensar que estás en el infierno, pero al calor sí. Lo odio. A muerte. Ahora mismo no me podéis ver, pero soy la viva imagen del pitufo gruñón, toda enfurruñada y con cara de haberme comido un limón. Y es que para mí el verano es como la navidad, un momento en el que como todo el mundo se empeña en que tiene que ser un oasis de felicidad y de buen rollito pues a mí me sale la vena Grinch y digo ¡odio el verano, el sol y el calor! ¡¡Halaaaa, lo que ha dichooooo!! Y todo el mundo se echa las manos a la cabeza como si yo fuera una hereje. ¿Sabéis lo que os digo? que ni hereje ni leches en vinagre, que yo seré rara pero vosotros sois unos borregos sin personalidad. ¿Que hace bueno? Pues estoy contento. ¿Que llueve y hace frío? Pues me pongo triste. Pero qué tipo de baremo es ese que vuestro humor depende del tiempo que hace. El mío depende de si me va bien en el trabajo o no, de si tengo problemas de dinero, de si sufro de mal de amores, de si me he peleado con mi madre, con mi hermana, mis amigas o con el panadero de la esquina, de si estoy enferma o me duele algo, de si tengo problemas con la burocracia... Y todo eso independientemente de la época del año que sea y, sobre todo, del tiempo que haga. 

Y no es odiar por odiar, que tengo mis razones. De hecho, os voy a dar 5 razones por las que odio el verano.  

1.- Los rayos de sol son malísimos para la piel. 

Y para la mía más porque soy de piel blanca, blanquísima, pálida, casi transparente. Vamos, que soy tan blanca que el sol llega a mi piel y rebota, haciéndome parecer un gusiluz. Y o voy cubierta de crema como un pastel de merengue o me quemo. Y no de oye, te has puesto un poco roja, nooo, más bien del estilo de deberías ir a urgencias que creo que tienes quemaduras de segundo grado. El sol y yo hace tiempo que no nos ajuntamos y es que, además, es verle y salirme urticaria. Entiendo que no todo el mundo es tan especialito como yo, pero cuando escucho eso de ¡huy, qué blanca que estás, deberías tomar el sol, que es buenísimo! Sí, sí, maravilloso, te proporciona unos melanomas que son la envidia del barrio, ¡no te digo! A ver, que el agujero de la capa de ozono ya no es tal, ahora directamente lo que miden es la cantidad de capa que queda, que debe de ser del tamaño de un botón, por la contaminación que seguimos empeñándonos en emitir. Y, por cierto, lo que es bueno para la piel es la vitamina D y esa la generas con la luz solar, no con estos rayos que te dejan brûlée. Y si no, pues nada, me tomo un poco de salmón y unos huevos y voy que chuto. 

2.- No me gusta sudar. 

Y en verano y con el calor sudo. A mares. A veces hasta casi deshidratarme. Me gusta mucho andar y o cargo con una ducha portátil a todas horas o en verano ya me puedo ir olvidando de caminar de un lado para otro, que llego hecha unos zorros. Cuando sudo me siento pegajosa y si a eso le sumo la megacapa de crema protectora que me he tenido que echar, pues ya parezco una de esas tiras amarillas que se ponían antes en el techo de las casas de pueblo para atrapar las moscas. Un asco, vamos. Y luego tienes el cerco de sudor por la espalda, por las axilas, por todos los lados. Puajj.

 3.- A más sudor, más olor. 

Una se ducha, se echa crema hidratante (aunque si hace mucho calor esa opción está descartadísima), se echa desodorante, se pone ropa limpia, sale a la calle por la mañana y por la tarde huele a cochino jabalí. Y no acepto eso de serás tú guapa, porque a mi no me pasa. Pues puede que a ti no, pero a mucha gente sí. Entras en un autobús y te parece que el vertedero municipal es el jardín del edén en comparación con el aroma que se respira. Y no sólo en el autobús: en el banco, en las tiendas, en las aulas de mi trabajo... Vamos, un placer para los sentidos.

 4.- No me gusta llevar gafas de sol. 

Soy miope y cada vez que puedo opto por llevar lentillas en vez de gafas, así que llega el verano, el sol me ciega, me toca ponerme gafas de sol y me escuece. Que si entras en un sitio, alehop para arriba, que si sales, alehop para abajo, que si te encuentras con alguien, alehop para arriba, porque pocas cosas me molestan más que hablar en persona con alguien al que no puedo verle los ojos, que se acaba la conversación, alehop para abajo. Un horror. Y luego, si llevo gafas lo veo todo oscuro (y eso que mis gafas son bastante claritas) y a mí me gusta apreciar los colores y las formas de todo lo que veo. Y, ademas si llevo gafas no veo la pantalla del móvil porque me hace aguas. Y si no las llevo pues con el ceño fruncido todo el día, los ojos de china y las patas de gallo alimentándose, que una ya no es una niña de piel tersa y aterciopelada. Y yo, francamente, no estoy preparada aún para ser carne de cañón de los cirujanos que inyectan botox.

5.- No tengo vacaciones. 

En un post anterior hablé sobre una de las ventajas de ser jefa, que las tiene, pero también tiene  inconvenientes, sobre todo porque en mi caso soy autónoma y dirijo una pequeña empresa. Uno de esos inconvenientes es que cuando los trabajadores de mi empresa se cogen vacaciones yo les tengo que cubrir (léase navidades, Semana Santa y verano) en su trabajo. Eso quiere decir que me toca trabajar todo el verano, en horario intensivo de mañana, eso sí, pero mis siete u ocho horas diarias no me las quita nadie. Además Pamplona no tiene mar y para mí eso es bastante tortura. No lo digo por no poder ir a la playa, que no soy yo muy fan de ello, sino por ir a la orilla del mar, a que me dé esa brisa con olor a salitre, caminar por la noche, cuando todos los turistas y playeros se han marchado de fiesta o a dormir, ver cómo rompen las olas, cómo sube la marea...

Podría hablar también de que por la noche no se puede dormir del calor, y de que tengo que abrir la ventana a riesgo de morirme asfixiada. Y entonces empieza a entrar el melódico ruido de los coches, de los camiones de la basura, de los gritos de los chavales que vienen de fiesta o que se quedaron hablando en el portal y como, a pesar de ser verano, te tienes que levantar a las 7 para trabajar te acuerdas de todos sus ancestros. Pero eso quizás sea rizar demasiado el rizo y ya soy la princesa de los Grinch y no tengo ningún interés en convertirme en reina. Así que aquí lo dejo.



30 mayo 2012

Procrastination

Hace un par de días aprendí una palabra nueva en inglés que no deja de rebotar en mi cabeza desde entonces: Procrastination (procrastineision), o el arte de dejar para luego lo que deberías hacer ahora. La palabra en sí no es que sea la más armónica del diccionario, de hecho suena un poco sórdida, incluso. Pero me encanta el hecho de que exista una palabra para un concepto amplio que habitualmente conlleva un montón de explicaciones.

Pongamos, por ejemplo, que tienes que escribir una reclamación, lo cual, obviamente, no te apetece nada porque escribir reclamaciones es una de las cosas más aburridas del mundo mundial. Entonces comienzas a hacer otras cosas que deberías haber hecho en otro momento, pero no en ese y alguien te pregunta ¿qué haces? y tú, en español, le dices: pues mira, es que tengo que escribir una reclamación para ese asunto que te comenté, pero me he dado cuenta de que no tengo quitaesmaltes así que tuve que bajar a comprar al supermercado y cuando volví, al ir a colocarlo en el baño, me di cuenta de que tengo el cajón echo unos zorros y me puse a recogerlo. ¿Te has dado cuenta, alguna vez, de la cantidad de medicamentos que se caducan? O sea, que andabas perdiendo el tiempo en vez de escribir el recurso. Hombre, perdiendo el tiempo no, que no te creas que no es importante mantener el cajón de las medicinas actualizado, que luego pasa algo y te tomas algo caducado y vete a saber tú, igual te sale un tercer ojo o algo peor. 

Mismo escenario, esta vez en inglés: What are you doing? Procrastinating. Y ya. No hace falta más. Todo el mundo sabe que estás buscando excusas para no hacer algo que tienes que hacer. 

Yo hago mucho eso de procrastinate. De hecho este es uno de esos momentos. De hecho el otro día escribí sobre este tema sin saber que estaba escribiendo sobre este tema. Sólo sabía que cuando tengo que estudiar se me ocurren miles de cosas que tengo que hacer justo en ese momento. Se suele asociar la procrastination con la vagancia, pero yo no estoy de acuerdo. Yo hago miles de cosas, y muchas de ellas muy importantes, cuando estoy procrastinating. Lo único es que las hago a destiempo. Ahora que lo pienso, puede que la culpa no sea mía, sino de las responsabilidades que no se adaptan a mi ritmo de vida. Sí, será eso. 

Bueno, el caso es que andaba yo buscando el significado de la palabra en cuestión cuando me encontré un vídeo. Es un trailer de un libro. Lo que me parece muy buena idea, porque la publicidad de los libros suele ser 1) inexistente 2) minoritaria 3) aburrida. Y claro, a no ser que seas un lector empedernido, que entonces no necesitas ningún tipo de estímulo para leer, pues es difícil que decidas que qué demonios, que te encantó el soporífero anuncio donde aparece el careto del escritor/a y la portada, pero en el que cuentan poco del contenido, y que como parece que el libro tiene buena pinta, a pesar de que tú nunca lees has decidido que te vas a comprar el libro. 

El libro en cuestión se llama You are not so smart o en su versión española No eres tan listo (supongo que la frase acaba en como tú te piensas) y habla, precisamente, sobre la procrastination. El trailer, que dura tres minutos y medio está en inglés y aunque el tipo habla bien clarito, en ocasiones mete la sexta y es difícil seguirle el ritmo (y no digamos ya el de las letras). Para los que aprender inglés es su propósito de los últimos veinte nuevos años he dejado la traducción abajo, porque aunque parezcan obviedades, a mí me ha hecho pensar. Lo que nunca está mal. Y porque los vídeos molan más cuando uno los entiende. 


Procrastination. Se manifiesta en cada aspecto de tu vida. Esperas hasta el último minuto para comprar los regalos de Navidad. Aplazas ir al dentista o a hacerte la revisión al médico. Hay un montón de platos amontonándose en la cocina. Quizás es más probable que juegues a Angry Birds antes de hacer abdominales. Puede que tengas que entregar una petición de subvención, o una tesis, o una presentación o un libro... 

Lo evitarás. Lo empezarás mañana. Te tomarás tiempo para aprender un idioma o a tocar un instrumento. Sin embargo, antes de hacer eso, quizás debas mirar tu e-mail y también tu facebook, sólo para quitártelo de en medio. Puedes intentar luchar contra ello. Puedes comprar una agenda o usar esa aplicación de tu teléfono. Pero esas herramientas, por si mismas, no ayudan, porque el problema no es que seas un mal administrador de tu tiempo, es que eres un mal estratega y hay una guerra dentro de tu cabeza. 

En psicología esto se llama Tendencia hacia el presente, que significa ser incapaz de alcanzar lo que quieres: cambios antes que tiempo. Lo que quieres ahora no es lo mismo que lo que querrás más adelante. La Tendencia hacia el presente explica porque compras lechugas y plátanos sólo para tirarlas después, cuando te olvidas de comerlas. La Tendencia hacia el presente es por qué haces el mismo propósito durante diez años seguidos, pero esta vez, lo dices en serio. 

Pensar acerca de pensar. Esa es la clave. En la lucha entre el debería contra el quiero algunas personas han descubierto algo crucial: el querer nunca se va. 

Procrastination es escoger el querer sobre el deber, porque no tienes un plan para esas veces en las que tienes tentaciones. Debes ser experto en pensar acerca de pensar para vencerte a ti mismo en la procrastination. Debes darte cuenta de que hay un tú, que se sienta ahí ahora, leyendo esto, y hay un tú, en algún momento del futuro, que estará influenciado por diferentes ideas y deseos. 

Estás en una posición diferente cuando un patrón alternativo de funciones cerebrales esté disponible para dibujar la realidad. El tú del presente puede ver el coste y recompensa cuando eliges estudiar para un examen en vez de ir a un bar, comer una ensalada en vez de un pastel, escribir el artículo en vez de jugar a los videojuegos. El truco es aceptar que el tú del presente no será la persona que tenga que enfrentar esas elecciones, será el tú futuro. Una persona en la que no se puede confiar. El tú del futuro se dará por vencido y entonces volverás a ser el tú del presente. Y te sentirás débil y avergonzado. El tú del presente debe engañar al tú del futuro en relación a lo que está bien para ambas partes. 

Hay personas introspectivas inteligentes, que piensan acerca de pensar, acerca de los estados de la mente, acerca de expectativas y entornos, que pueden hacer las cosas, no porque tengan más fuerza de voluntad, más energía. Sino porque saben que la productividad es como el juego del gato y el ratón contra la infantil y fundamental predilección humana por el placer y la novedad, que nunca puede ser suprimida del alma. 

Es mejor que gastes tu esfuerzo en ser más astuto que tú mismo que en hacer promesas vacías, rellenando días en el calendario o estableciendo fechas para hacer flexiones. Puedes aprender a vivir con procrastination, esquivándolo, pero nunca podrás borrarlo de tu vida. Es sólo una de las muchas razones por las que No eres tan listo. 

29 mayo 2012

España es un enorme juego de Jenga

No sé si conocéis el juego del Jenga. Quizás por el nombre no, pero si os digo que es un juego formado por 54 piezas de madera que se colocan de a tres, unas perpendicularmente encima de las otras, formando una torre, en el que hay que retirar una pieza de la parte inferior, con cuidado, con sólo dos dedos, y colocarla en la parte superior, sin que la torre se desmorone, quizás os suene más. Es un juego en el que se mide no sólo la habilidad física y mental de los jugadores, sino también el trabajo en equipo. El "perdedor" es aquél al que se le desmorone la torre, tenga o no la culpa de que la torre haya acabado no aguantando.

Para mí España es como esa torre. En la parte de abajo está todo aquello que mantiene firme y estructurada la sociedad, tal y como la conocemos ahora: la sanidad, la seguridad social, la educación, los servicios sociales, las pymes, la masa trabajadora... Son los cimientos que sostienen la torre. En la parte de arriba está aquello que lo único que aporta es peso y desequilibrio al asunto: los impuestos indirectos y los directos abusivos, el paro, los ladrones de guante blanco y corazón negro, la legislación laboral pre-revolución industrial... Y los jugadores son los gobiernos, locales, regionales, nacional y europeo, el sistema judicial, la bolsa, los bancos y cajas, la CEOE, el Banco de España y el Central Europeo, el FMI,  los sindicatos... Y el ciudadano de a pie.  

El buen jugador del Jenga es aquél que sabe qué pieza de la torre es prescindible. Aquella cuya ausencia es compensada con las compañeras de fila. Aquella independiente cuya extracción no mueve al resto de la base. El buen jugador sabe, también, cuál es el mejor lugar para colocar la pieza extraída. Dónde hay que ponerla para que no ejerza un peso insostenible sobre unos pilares ya debilitados. El mal jugador es el que hace todo lo contrario. El que busca tener la torre más alta y más estrafalaria, sin pensar en su sostenibilidad ni en su duración. 

Durante los últimos años, en España, los dirigentes políticos y económicos (que muchas veces resultan ser los mismos) se dedicaron a quitar piezas de la base, sin ton ni son, y a ponerlas apiladas sobre la cima. Y nosotros, los ciudadanos de a pie, les cedíamos nuestro turno, tan contentos, porque parecía que lo estaban haciendo muy bien, construyendo un baluarte que ríete tú de los rascacielos de Dubai. Una torre que aguantaba. Se inclinaba, pero aguantaba, como la de Pisa. 

El tiempo dirá si lo que está haciendo, en la actualidad, el PP es acertado o no. Si conseguirá reconstruir España o acabará demoliéndola. Pero lo cierto es que la torre comienza a moverse demasiado. Da vértigo, incluso. Uno por uno han ido debilitando, o, directamente, quitando pilares fundamentales para tapar huecos de arriba que lo único que hacen es aportar peso muerto desestabilizante. 

Quiero ser optimista. Pensar que los ciudadanos de a pie nos daremos cuenta de que los jugadores actuales  no saben lo que hacen y están demostrando ser malos constructores. Y recuperaremos nuestro turno, que nos corresponde por derecho y por responsabilidad. Y reforzaremos los cimientos quitándole altura a la torre. Y conseguiremos evitar que nuestro gran Jenga acabe despiezado en el suelo. Quiero ser optimista. Pero a veces me cuesta. 

27 mayo 2012

Menos basura, más reciclar

A 50 metros del portal de mi edificio hay cinco contenedores de basura. Dos para deshechos orgánicos, uno para papel, uno para plástico y uno para vidrio. A no más de 100 metros andando en cualquier dirección, puedes encontrar el mismo patrón de contenedores. No hay duda de que Pamplona es una ciudad que te lo pone fácil para reciclar. Sin embargo, cada vez que voy a tirar algo al contenedor, me encuentro que el supermercado que hay cerca de mi casa se salta a la torera todas las normas de reciclaje y tira, diariamente, cartones y plásticos en los contenedores destinados a la basura orgánica. 

Reciclar implica espacio, porque a pesar de que las cocinas son cada vez más pequeñas, debemos tener cuatro cubos de basura distintos para acoger cada material. 

Reciclar implica tiempo, porque tenemos que separar lo orgánico de lo que no, porque tenemos que bajar cuatro bolsas en vez de una, porque tenemos que tirar el papel al contenedor del papel y guardar la bolsa de plástico, en el que iba, para otra ocasión o para el contenedor de plástico. Y, sobre todo, porque tenemos que desplazarnos al punto limpio para llevar todo lo que no entra en ninguno de los cuatro contenedores. 

Reciclar implica conocimiento, porque tenemos que saber dónde va el corcho o las latas de sardinas, o si las bombillas pueden ir donde el vidrio o debemos llevarlas al punto limpio por los filamentos. Porque hay que saber que hay que separar el plástico del papel en los sobres de las cartas del banco, porque las pilas también se reciclan, pero en otro espacio. 

Reciclar implica conciencia y responsabilidad, porque no hay ninguna ley que nos penalice por no reciclar, como ocurre en Alemania, pero pese a todo yo decido hacerlo. Porque aunque, en ocasiones, cuando me encuentro con casos como el del supermercado, me da la sensación de que estoy perdiendo el tiempo, pues un sólo acto negligente de un gran generador de basura produce más deshechos en una semana que los que yo puedo generar en un año, me esfuerzo por seguir haciéndolo. Porque la "pérdida de espacio y tiempo" están ampliamente compensadas con los beneficios a medio y largo plazo para el medio ambiente y para mi calidad de vida. Porque creo que la basura, como la energía, no debiera de destruirse, sino de transformarse. Por eso reciclo y por eso le he escrito al supermercado la sugerencia de que lo hagan también, que no les cuesta nada. 

Y si ninguna de esas razones nos parecen suficientes para reciclar, dejémonos llevar por el romanticismo y  hagámoslo para que una historia de amor tenga un buen final. 

26 mayo 2012

Robando voy, robando vengo, y por el camino...

Debiera de estar enfadada, indignada, echando chispas, que trino. Pues no, es una pena, pero la indignación viene con la sorpresa y la verdad es que cada vez me cuesta más sorprenderme con las calamidades e injusticias que pasan y que me pasan. Estoy en plan de aceptación no sumisa. No quiero que la fuerza se me escape por la boca, así que intento utilizar toda mi energía en solucionar el problema en vez de poner el grito en el cielo. No sé cuánto me va a durar esta etapa zen, pero lamento decir que supongo que no mucho.

Todo se remonta al 4 de octubre del año pasado, cuando recibo una carta de Movistar informándome de que debido a que no estoy pagando las facturas de mi móvil procederán a cortarme el servicio. ¡Qué raro, si no tengo ningún recibo devuelto! Miro el número al cual se refieren y veo que no es el mío ni ninguno que yo conozca. Miro el número de cuenta al que me envían los cargos y veo que no solo no es la mía sino que es de un banco en el que no tengo cuenta. Así que me digo, un error. Le puede pasar a cualquiera. Y llamo. 

Qué puedo contar del servicio de atención al cliente de las compañías de telefonía móvil que no sepáis ya. Ya querría yo ver dónde queda la calma del Maestro Yoda si tuviera que enfrentarse a uno de esos. Eso sí que da miedo y no el Darth Vader ese. En fin, para no hacerlo muy largo, que la tipa se empeñaba en decirme que si quería dar de baja la línea y yo diciendo que la línea no era mía y que lo único que quería es que dejaran de enviarme cartas. ¿Pero usted qué quiere?, ¿poner una reclamación? Pues mire, sí, ya que estamos, sí. Quiero poner una reclamación. Y la pongo. Y me olvido del tema. Durante una semana. Que es lo que tarda en llegarme otra carta reclamando lo mismo, pero con más dinero.

Vuelvo a llamar. Le cuento el rollo a cien mil señoritas y señoritos. Le digo que ya puse una reclamación. ¿Ah sí? Pues en el sistema no nos consta. ¡¿Qué?! "·$&·$/%/·#@/. Mire, pues haga que conste ahora mismo y me da el número de reclamación para que yo sepa que consta. Pero, no quiere... Lo que quiero es que me ponga la reclamación y que no me vuelvan a mandar nada. Sí, sí, no se preocupe, que ya se lo arreglo todo. Ya no le volverá a llegar nada.

Unos días después en el correo aparece una carta de un bufete de abogados de Madrid en el que me dice que o pago o toman acciones legales contra mí (en Blogger no hay emoticonos, pero aquí encajaba perfectamente el de ¡no me lo puedo creer!). Llamo al bufete y les explico lo que me pasa y los trámites que he hecho. La chica que me atiende me dice que llame a Movistar y que pida un número de anulación de facturas y que con eso ya me lo arreglan, porque si no entro en la lista de morosos. Así que vuelvo a llamar. Pido hablar con un superior. Nunca hay un superior. Está ocupado. Me dice que le atienda yo. Sí, le paso, y te cuelgan el teléfono. Así que al final decido hacerle la pelota a la siguiente telefonista.

Holaaaaa, buenas tardes. Mira, tengo un problema pero seguro que TÚ me lo puedes solucionar. Claro, claro, dígame en qué puedo ayudarla. Bla, bla, bla, bla, bla, bla. Y acabo teniendo un número de anulación de facturas y de baja de la línea, porque ¡huy, qué raro, pero no tengo ningún documento en el que conste el alta de línea! Síiiii, rarísimo. Bueno, con esto ya estaría todo solucionado, ya no le va a volver a llegar ninguna notificación más. Me vas a disculpar que no te crea pero es que dos compañeros tuyos me dijeron lo mismo antes y mira cómo estamos. No, no, en serio, ya está todo solucionado. Llamo al bufete de abogados, les doy el numerito de marras y respiro tranquila. Hasta este jueves.

Siete meses después me llega otra carta. Esta vez de un bufete de abogados de Barcelona, reclamándome por el mismo número y amenazando, de nuevo, con tomar acciones legales. Como era justo la hora en la que no atendían al teléfono llamo, por enésima vez, a Movistar. Le cuento toda la pelota y le pregunto que cómo es posible que me reclamen dinero después de tanto tiempo y de haber dado de baja la línea, y que, además, me parece muy curioso que tengan mi dirección para enviarme amenazas pero no las facturas. Es que, verá, esta factura se originó en diciembre, porque las facturas son bimensuales (¿en serio? a mi me llegan cada mes). Pero no se preocupe (menos mal que no debo preocuparme) porque yo le voy a anular esta factura y todo está solucionado (no sé si estoy teniendo un déjà vu, si esto es una grabación o simplemente una pesadilla al estilo de Atrapado en el tiempo). Le llegará al móvil un sms con el número de reclamación. Sí, sí, dígamelo usted también, por si acaso, que ya sabe cómo funcionan estar compañías de telefonía.

Con todo esto en la mano llamo al bufete de abogados. Se pone una señorita bastante borde que después de exponer los hechos me dice con un tonito de maestra de escuela: bueno, ¿y qué va a hacer usted? Pues mire, yo le voy a explicar y bla, bla, bla, bla. No me cuente más, me corta. Vaya ahora mismo a la policía y haga una denuncia por suplantación de identidad y fraude. No es el primer caso. Para cobrar comisión dan de alta un número ficticio con datos cogidos al azar, en este caso los suyos y probablemente los bancarios de otra persona. No le envían facturas porque no se están generando y no dan de baja la línea porque necesitan una confirmación por escrito (bueno, usted ya sabe lo farragoso que es que le den a uno de baja una línea). Ponga una denuncia en la policía y me la envía, porque si no, esto no se va a acabar nunca.

Así que ayer fui a la policía a poner la denuncia. Todo bien, el tipo no era la alegría de la huerta, pero era muy eficiente, que no es poco. Y además, me aconsejó que ponga una reclamación en la organización de consumidores, porque esto de ir por la vía penal no le va a dar muchos frutos (yo no quiero frutos, quiero que el árbol se muera, se evapore, se desintegre). Muchas gracias, el lunes pongo la reclamación, eso ni lo dude. Y eso es lo que haré el lunes, porque en plenos exámenes, qué otra cosa puedo hacer para llenar todo el tiempo libre que tengo que pelearme con todo hijo de vecino, dar más vueltas que una peonza y agotar mi energía como si fuera el personaje de un videojuego. 

23 mayo 2012

¡¡100!!

Cien días, cien estados de ánimo, cien pensamientos, cien temas. Cien posts. Así, apilados de uno en uno, dejados caer según venían. Sin pensar en números, en metas, en nada más que la necesidad de escribir, de expresarme. Sin nada más que el deseo de que continúe y de que alguien llegue por casualidad a mi blog y le guste lo que lea. Y decida darse una vuelta, como en una librería, a hojear lo que hay, aunque no hable con el dependiente, aunque no decida volver.  

Es una pena que este número 100 no haya llegado un poco más tarde. Concretamente el 3 de junio. Sería un gran aniversario. 100 post y seis años de existencia del blog. Hay un par de años en blanco y todo eso, pero da igual, porque al fin y al cabo aquí sigo, ¿no?

De esas 100 entradas, 42 son de este año, exactamente de los últimos 3 meses. Una media de una entrada cada dos días, lo que creo que es suficiente como para decir que, por ahora, estoy cumpliendo con eso de ser disciplinada y constante. Lamb, ¡¡¡estoy muy orgullosa de ti!! Gracias, gracias, seguiré escribiendo, a ver si llegamos a los 200, a los 300, 400... Ya sabes, the sky is the limit.

Nota: Aceptamos felicitaciones, así que si pasas por aquí no seas tímido/a y deja alguna.  

22 mayo 2012

Superman era trabajador social

No quiero poner el carro delante de los bueyes, ni vender la piel del oso antes de cazarlo, ni vivir el cuento de la lechera, pero la cosa es que poco a poco, con muchas horas dedicadas, mucha fuerza de voluntad empleada y mucho dinero invertido, voy sacando la diplomatura de Trabajo Social. Mañana tengo el primer examen de junio (aunque aún estamos en mayo) y si la suerte me acompaña, y el cuerpo y la mente me responden, aprobaré todas las asignaturas que tengo y ya sólo tendré que pensar en la que dejé para septiembre y en lo cerca que empieza a verse ya el final del túnel. 

Hace un rato estaba estudiando la asignatura de Trabajo Social con Comunidades y uno de los apartados aborda las funciones que tiene que ejercer un buen trabajador social comunitario. No las voy a desarrollar, por una cuestión de espacio y, sobre todo, falta de interés, pero sí que me gustaría mencionarlas porque a raíz de esto me surgió la idea del post de hoy. 

Según los autores del libro, un trabajador social comunitario tiene que ser: asesor, mediador, guía, animador, organizador, comunicador, militante, estratega, formador, promotor, acompañante, agente catalizador, defensor, experto, observador y facilitador. Entiendo que esas funciones no las tiene que llevar a cabo al mismo tiempo, pero aún así da un poco de vértigo y, por qué no decirlo, desmoraliza. Entonces recordé otras asignaturas donde me iban enseñando cuál será el trabajo que, si tengo suerte y dejan de recortar en temas sociales, realizaré cuando acabe y las aptitudes que deberé tener para ello. Y la suma de todas ya son para echarse a temblar. 

Un trabajador social tiene, entre otras muchas cosas, que ser inteligente, empático, filántropo, saber escuchar, ser respetuoso con la gente y las diversidades culturales, no juzgar, tener templanza para manejar situaciones complicadas, carácter para no dejarse avasallar, saber leer no sólo entre líneas y los silencios, sino también los gestos y posturas, tiene que ser organizado y anticiparse a los problemas pero también saber improvisar, tener buen humor, saber motivar para que cada individuo y grupo saque lo mejor de si mismo, ser equilibrado, tener paciencia, saber expresarse, ser intuitivo, tener don de gentes, no dejarse llevar por el desaliento, ser creativo y estar comprometido con su trabajo más allá del trabajo mientras se conforma con un sueldo mileurista (lo que significa que además tiene que ser o rico o altruista o las dos cosas). 

Estoy abrumada con tantas expectativas que sé que no voy a cumplir ni aunque viviera tres vidas seguidas en las que fuera superdotada, santa y popular. Voy leyendo todo lo que debería ser y todos mis defectos adquieren una proporción desmesurada. Y me pregunto si con lo que traigo de serie será suficiente, porque haciendo la vista gorda y siendo muy optimista y permisiva conmigo misma, llego a cumplir media docena de virtudes. Luego me digo, Lamb, tú no te preocupes, si al final es bastante probable que no puedas trabajar nunca de eso y entonces me doy cuenta de que me estoy dejando llevar por el desaliento y que así mal lo llevamos. 

En fin, que me voy a estudiar un rato que como no apruebe no tendrá sentido ni que me preocupe por estas menudencias.

21 mayo 2012

Permesso... Avanti!

Como dijo Fernando Trueba cuando ganó el óscar por Belle Epoque, "Thank you, Billy Wilder". Soy una admiradora - disfrutadora de la obra de este director polaco que, a través del humor, la ironía y la parodia, era capaz de enfrentarse a los temas más escabrosos. 

Ayer decidí ver Avanti! o en su versión española ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre? (ejemplo a sumar a los de Sobre las extrañas traducciones de los títulos). Hacía alrededor de cinco años que no la veía. Exactamente el tiempo que ha pasado desde que se la presté a una chica a la que es más que probable que no vuelva a ver y con ella a mi maravilloso DVD con extras incluidos. Me había reído, no hace mucho, con El Apartamento, Primera Plana y Con faldas y a lo loco, pero andaba romanticona y quería ver ésta. 

Para los que no la conocen, decir que la película es de 1972 y está protagonizada por Jack Lemmon y Juliet Mills. La historia trata sobre Wendell Ambruster Jr, importante hombre de negocios e industrial de Baltimore, que viaja a la isla de Ischia a recoger el cadáver de su padre, el cual ha muerto en un accidente de tráfico mientras disfrutaba, durante 15 días, de las aguas termales del Gran Hotel Excelsior, tal y como venía haciendo en los últimos diez años. Cuando llega al hotel descubre que su padre no murió solo, sino con una mujer, la madre de Pamela Piggot, una mujer británica, con poco dinero, poca autoestima, pero muchas ganas de vivir y disfrutar de la vida. Durante dos días caóticos, Wendell Jr. descubrirá qué ocurrió entre su padre y la madre de la srta. Piggot, se enfrentará a la burocracia italiana y aprenderá a relajarse y a disfrutar de los pequeños placeres. 

Como no es la película más conocida de Wilder (de hecho es una de las grandes olvidadas de su cinematografía), sólo he podido encontrar el tráiler en inglés, pero creo que sirve para hacerse una idea del carácter de ambos y del ritmo de la película. 


No sé si es la experiencia de la edad o las veces que he visto esta película, pero en esta ocasión la he encarado olvidándome de la historia en si y centrando mi atención en otros aspectos que me dejan con un montón de preguntas. 

En la película se enfrentan tres nacionalidades (la estadounidense, la italiana y la inglesa), con sus estereotipos correspondientes. Los estadounidenses arrasadores, intentando imponer su forma de ver la vida allá donde van, con un desconocimiento de la geografía bastante evidente compensado por una prepotencia sin igual.

Para muestra dos fragmentos del guión, uno crítica de forma directa, de boca de Pamela Piggot comparando los malos modales de Wendell Jr. con los de un estadounidense cualquiera. El segundo parodiando a través de los comentarios de un estadounidense:

Pamela Piggot: Desde luego es usted descarado.
Wendell Ambruster Jr.: ¿Yo?
Pamela Piggot: ¿No está dando demasiado por sentado? ¿Qué le hizo pensar que este arreglo me interesaría en lo más mínimo?
Wendell Ambruster Jr.: ¿Ha dicho algo?
Pamela Piggot: No es que esperara sutileza por su parte. Después de todo, es norteamericano. Está acostumbrado a que las cosas sean a su manera. Ve algo que le gusta y lo coge.
Wendell Ambruster Jr.: ¿Qué ha dicho?
Pamela Piggot: Por ejemplo, el Puente de Londres. Lo desmontaron Uds. piedra a piedra y lo enviaron al Salvaje Oeste. O el Queen Mary, con toda su tradición parado en la costa de California reducido a restaurante flotante.
Wendell Ambruster Jr.: ¿De qué diablos habla?
Pamela Piggot: Tanta vanidad, tanta arrogancia. Actúan como si fueran dueños del mundo. Jugar al golf en la luna. Por favor.
Wendell Ambruster Jr.: Yo juego al golf en el club. Handicap 12.
Pamela Piggot: Y luego se preguntan por qué caen mal a la gente. Porque son como niños malcriados, no tienen modales, no tienen consideración.

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J.J. Boldgett: Chico, ¿estás seguro de que esto es Ischia?
Piloto helicóptero: Razonablemente seguro, señor.
J.J. Boldgett: Porque no quiero aterrizar en África. 
Piloto helicóptero: Eso sería más grande, señor. 
J.J. Boldgett: Quizás es una de esas islas griegas.
Piloto helicóptero: No, señor. Grecia está muy a la izquierda. 
J.J. Boldgett: No mientras yo esté con el Departamento de Estado. 

Los italianos con familias infinitas, perezosos, infieles, de sangre caliente que deriva en violencia, utilizando la picaresca y las malas artes para aprovecharse de las malas circunstancias de los demás. Otro fragmento:

Wendell Ambruster Jr.:  Espere. Quiero ver a mi padre.
Carlo Carlucci (director del hotel):  Me temo que el depósito está cerrado. Es hora de comer.
Wendell Ambruster Jr.:  Son las 2:30.
Carlo Carlucci: En Italia, la hora de comer es de 1:00 a 4:00.
Wendell Ambruster Jr.: ¿Tres horas para comer?
Carlo Carlucci: Sr. Ambruster. Aquí no vamos corriendo a comprar un sándwich de pollo y una Coca-Cola. Aquí nos tomamos nuestro tiempo.Cocinamos la pasta. Le echamos el queso parmesano. Bebemos vino. Hacemos el amor.
Wendell Ambruster Jr.:  ¿Qué hacen por las noches?
Carlo Carlucci: De noche vamos a casa, con nuestras esposas. 

Y los británicos que se muestran como personas entregadas, honestas y poco planificadoras (supongo que debe ser algo de anglofilia porque no le encuentro una explicación lógica aparente ante tal afinidad).

Pero también se habla sobre la condición de la mujer, a comienzos de los 70, que, la verdad, a veces parece no diferir mucho de la que vivimos hoy en día. La esposa que se descubre engañada, enfrenta a su marido y éste la trata como si fuera una loca que se inventa cosas porque se aburre y no tiene nada mejor que hacer en la vida. O la querida que acepta sumisamente su papel de dominada. Y para muestra este discurso que se gasta la Srta. Piggot, que no tiene desperdicio:

Si voy a tener una aventura con alguien, primero quisiera saberlo y no enterarme por el conserje. A una chica le gusta que le pregunten. Debe tener la oportunidad  de decir que no. Quiere que la convenzan. No es que sea feminista ni nada así. No me importa que me traten como a un objeto sexual, pero es como cualquier otro juego. Hay que seguir las reglas o si no, no es divertido.

Si me pongo en situación, en 1972, y hago un tremendo esfuerzo, puedo, incluso, entender este tipo de actitud y de pensamiento machista, aunque sea proveniente de una mujer trabajadora e independiente, pero me temo que este tipo de pensamiento sigue siendo bastante popular, en la actualidad, entre muchas mujeres. Pero no voy a ir por ese camino que me pierdo.

En fin, que me imagino la película estrenándose en España en 1973, en los últimos años del franquismo, con un montón de escenas cortadas (vamos, en todas en las que hay beso, en las que aparecen desnudos, en las que se habla sobre la infidelidad como algo placentero...) pero con un cierto regodeo por el abierto ataque contra el imperialismo estadounidense (hilarante la escena final con el ataúd a punto de ser cargado en el helicóptero). Creo que cada línea de guión y cada escena grabada tiene más de lo que muestra, a primera vista. Por lo que es una de esas películas que debes verla varias veces para ir descubriendo todos sus guiños, críticas y parodias. Totalmente recomendada. 

20 mayo 2012

Qué hacemos mal

De los errores se aprende. Una frase muy manida que es más falsa que un billete de 30 euros. Aprender solo (completamente solo, no leyendo libros ni escuchando a otras personas) es muy difícil, casi imposible, diría. Por eso, cuando somos pequeños tenemos unos padres que nos muestran cómo coger la cuchara, cómo atarnos los cordones, cómo montar en bicicleta... Unos profesores que nos enseñan a leer y escribir, a sumar y restar, algunos, incluso hasta a cuestionarnos las cosas y a pensar por nosotros mismos. Unos entrenadores que te dicen cómo golpear el balón, cómo encestar, cómo hacer una llave de judo... Te enseñan a hacer todo eso, y cuando te equivocas te dicen en qué te has equivocado y qué tienes que hacer para mejorar. En eso consiste el aprendizaje.

Sin embargo, en la vida pocas veces te dicen en qué te equivocas y casi nunca qué tienes que hacer para no cometer el mismo error la próxima vez. Normalmente, cuando las cosas salen mal, tienes que averiguar, por ti misma, si hiciste algo mal o fueron otras circunstancias las que provocaron el fallo. Y si determinas que la responsabilidad es tuya, tienes, entonces, que averiguar qué es lo que hiciste mal y cómo hacerlo mejor para la próxima vez. 

De los errores se aprende. Si la vida fuera un test de sí o no, verdadero o falso, a o b, de los errores aprenderíamos. Dije sí, verdadero o a y no funcionó, así que debe ser no, falso o b. ¡Perfecto, ya lo sé para la próxima! Pero la realidad es que cada vez que te equivocas hay infinitas posibilidades de actuación, y a no ser que tengas más suerte que Carlos Fabra, es probable que la siguiente vez tampoco funcione, y puede que la próxima tampoco... 

Esto se puede aplicar a la mayor parte de las interacciones humanas que se dan en la vida. Pero pongamos el caso de las relaciones amorosas, cuyos errores, aciertos, casualidades y demás, tanto juego dan en la literatura y el cine. Cuando una relación se acaba y tú no has tomado la decisión de finiquitarla, normalmente te preguntas ¿por qué?, ¿qué he hecho mal?, ¿en qué me equivoqué? Sería de gran ayuda que tu ex-pareja tranquilamente y honestamente te dijera: me he enamorado de otra persona, o me he dado cuenta de que lo que me dabas cuando comenzamos no me lo das ahora, o ahora necesito más de lo que me das u otra cosa, o eres demasiado controladora, o independiente, o te cuesta demostrarme que me quieres, o me lo demuestras demasiado, o no cuentas conmigo cuando las cosas van mal o sólo lo haces cuando las cosas van mal o... Lo que sea. Lo pasas mal durante un tiempo, pero te sobrepones y en tu siguiente relación ya sabes qué debes evitar, o al menos moderar. 

Sin embargo, cuando una relación se acaba y tenemos la fortuna de que nuestra ex- pareja nos dé una explicación, las respuestas que recibimos suelen ser: No eres tú, soy yo. No estoy preparado para un mayor compromiso. Necesito tiempo para pensar. Ya está, no aguanto más. ¿No aguantas más qué? A ti. ¿Cómo? Primera noticia. O el temido ya no te quiero. Así, duro, seco. Como un disparo al corazón.

¿POR QUÉ?, ¿QUÉ HE HECHO MAL? Una y otra vez, dando vueltas en tu cabeza, rebotando. Como una bola de pinball. Como una letanía. Como un veneno que se cuela en tu sangre emponzoñándote el corazón, el cerebro, la razón. Pasa el tiempo, pasa la pena. Pero la siguiente vez que tengas enfrente una relación tendrás miedo. Miedo a equivocarte, a sufrir como la vez anterior. Miedo a equivocarte. Porque no aprendiste en qué fallaste y cómo actuar correctamente esta vez. Porque la única enseñanza que procesaste es que cuando haces algo mal hay consecuencias, y las consecuencias normalmente hacen daño, y tú no quieres volver a equivocarte, ni a pasarlo mal.

Si tienes la suficiente resiliencia y valentía te sobrepondrás y enfrentarás todos tus miedos, y a pesar de que puedes equivocarte de nuevo lo volverás a intentar, porque te dirás a ti mismo que tener éxito en una relación depende no sólo del conocimiento, sino de la suerte y la intuición que tengas y todos creemos que la suerte estará de nuestra parte (¿por qué, si no, jugamos a la lotería?). Si no, construirás a tu alrededor un muro más largo y ancho que el de Berlín, para aislarte de los peligros y de los fracasos. Un muro que te mantendrá sano y salvo. O preso, según cómo se mire. 

18 mayo 2012

Hacienda somos todos... aunque algunos más que otros (I)

Cuando estaba en la universidad un profesor de economía nos habló sobre un investigador chileno que había realizado un estudio sobre el acatamiento de las leyes de los contribuyentes. La conclusión a la que llegaba era que en todas las sociedades había un 20% de la población que, por sistema, defraudaba a la hacienda pública, un 80% que defraudaba o no según si consideraban que los impuestos eran justos o no y un 20% que siempre pagaría sus impuestos fueran o no justos y los sintieran o no como justos. 

Yo siempre he sido de ese último 20%, de los que intentan visualizar el bien común por encima del bien personal y todas esas, en ocasiones, memeces que uno se dice para autoconvencerse de que está haciendo lo "correcto", de los que siguen las reglas porque si no te gustan no te las saltes, intenta cambiarlas. Bueno, pues en los últimos tiempos empiezo a pensar que igual no pertenezco a ese 20%, sino a la masa mayoritaria del 80%, y es que la administración pública no me quiere. Que digo que no me quiere, ¡me odia! Es algo personal, lo presiento. Eso, o a pesar de mis estudios soy más tonta que Abundio. 

Las tropelías, los abusos y las situaciones kafkianas con Hacienda se acumulan en mi mochila. Tanto, que he decidido que se merece una serie de post, aunque sea sólo por homenajear al surrealismo. 

Primer caso y más actual (de hecho ya estoy trabajando en el recurso). Como ya comenté en su día, en 2009 me concedieron una beca de formación para trabajar en Naciones Unidas en Ecuador. La convocatoria especificaba perfectamente el importe total de la beca y cuánto dinero era para viaje, seguro, desplazamientos y estancia y manutención. Hasta aquí todo claro.

Me voy a Ecuador y en febrero llega el primer ingreso para que pueda ir pagando el seguro, el billete de avión y eso. Veo que faltan casi 200€  respecto a lo establecido en la convocatoria pero pienso que me lo darán en el segundo plazo. Llega abril y con la entrega de un informe nos ingresan en segundo pago y ahí es cuando todos los becarios entramos en shock. Nos ingresan un 20% menos de lo prometido. Llamo a los responsables de darme la beca, para pedir una explicación, y cuál es mi sorpresa cuando me dicen que son retenciones de hacienda. 

¿Retenciones?, ¿cómo que retenciones?, ¿por qué me retienen la ayuda que me dan de la beca?, ¿por qué no me informaron en la convocatoria de que se hace una retención del 12%?, ¿por qué tanta retención? No es culpa nuestra, el programa informático de hacienda nos lo pide. Te retienen la beca porque son rendimientos de trabajo. Te retienen el 12% porque se os ha pagado dos cantidades muy altas. Cómo que no es culpa vuestra, ni que fuera la primera vez que dais una beca, era vuestro DEBER avisar de que el importe que prometéis no es tal (aunque así no quedáis tan guays y tan generosos, ¿verdad?). Si la ayuda de la beca se considera rendimientos de trabajo será que estoy trabajando y entonces ¿por qué no tengo paro ni baja por enfermedad ni nada? Si sabíais que dando el importe en cantidades grandes nos quitan más dinero, ¿por qué no nos lo dabais mensualmente?

Tras unos farfulleos de "no podemos hacer nada", escribo en mayo una instancia solicitando la devolución de ese dinero por considerar que la beca debiera estar exenta de pago de impuestos, porque vamos a ver, si cuando te toca la lotería no tienes que pagar impuestos, ni cuando te dan una beca de estudios tienes que pagar impuestos, por qué una beca de formación tiene que pagar impuestos. Y si pago impuestos tendré que tener también los beneficios de un trabajador regular. Es lo justo, ¿no?

Poco después de poner yo la reclamación, el organismo que me otorga la beca consulta a hacienda sobre el mismo tema. Consecuencia: en mayo de 2011, un año después de haber hecho la reclamación y a pesar de que la administración se da de plazo 6 meses para contestar, aún no tengo respuesta. Las razones que me dan para el "retraso" son que la consulta del organismo la contestan desde la hacienda nacional y la mía desde la regional y hasta que no reciban la de Madrid no me contestan a mí, no vaya a ser que se lleven la contraria y se arme la de dios es cristo. 

El caso es que tengo que hacer la declaración de la renta y me resisto a meter el dinero como rendimientos de trabajo Acudo a hacienda para explicarles el caso (¡¡ayyy, alma de cántaro!!, ¡qué ingenua que eres!) Me atiende un webón robótico que no atiende a particularidades y que no entiende lo que le digo y, poco a poco, noto como voy perdiendo la paciencia hasta que me salta: "oye, tú no serás uno de esos indignados que están acampados en la Plaza Porticada". Acampada no, pero indignada, extremadamente, ¡gilipollas! Al final resulta que me toca pagarle a hacienda casi 200€ y que luego si tal me los devuelven, ¡jódete y baila una jota!. Y pago. 

Por fin, en febrero de 2012, me contestan. Me dicen que no tengo razón y que la beca paga impuestos me guste o no me guste y que me olvide del asunto. Entonces un compañero becario me comenta que él sólo declaró el dinero de manutención y estancia y que le han dado la razón y que así se ahorró de pagar un pastón. Ni corta ni perezosa me pongo manos a la obra y redacto otro recurso, alegando lo mismo que él y acompañando la solicitud con la convocatoria oficial, en donde se especifica para qué son qué cantidades. Hace cuatro días me han contestado diciéndome que como no puedo demostrar que parte del dinero de la beca era para cubrir gastos y cuál era rendimientos de trabajo que me lo deniegan. ¿¿¿Cómo que no lo puedo demostrar, si está bien clarito en la convocatoria???, ¿¿¿¿me estáis tomando el pelo????, ¿¿¿¿ me queréis volver loca???? 

Ah no, pues esto no se va a quedar así. Os voy a empapelar a recursos. Los que hagan falta, porque no sabéis lo que habéis hecho despertando al alien que llevo dentro. Ríete tú del octavo pasajero. ¡¡Ja!!

Continuará...

16 mayo 2012

Rasca y gana

Después de unos días de mudez por culpa de un fallo en el portátil [nota mental: escribir un post sobre la fugacidad de las nuevas tecnologías y sobre la tremenda cara dura de los servicios técnicos] vuelvo a la carga para hablar sobre un golpe de suerte que tuve la semana pasada y que se ha materializado esta mañana. 

Debajo de mi casa hay un supermercado, concretamente un Supercor, al que voy a comprar casi todos los días, por sus amplios horarios y su cercanía, no por su precio, que de barato no tiene nada, por cierto. El caso es que durante dos semanas han estado haciendo una campaña donde por cada compra que superara los 25€ te daban un cartoncillo de esos de rascar. Primer cartoncillo - sin premio. Ua ua uaaaaaa. Viaje en el tiempo a aquellas tapas de yogures y a los palos de los polos con el "siga buscando" perpetuo. Segundo cartoncillo - ha ganado un carro de productos. ¿Cómo? QUE HA GANADO UN CARRO DE PRODUCTOS. ¿En serio?, ¿yo? No me lo puedo creer. ¿A quién llamo para contárselo? A mi madre, que entenderá mi emoción, pues asombrosamente a ella también le tocó un carro de productos hace apenas un mes en los Supermercados BM.

Jueves 3 de mayo
Mamá, que me ha tocado un carro de productos. ¿En serio, hija? Como a mí. Sí, ya lo sé. Qué suerte, ¿verdad? Sí, ¡ya te digo!. Tanta que me dan ganas de ir a comprar un boleto de lotería, para aprovechar el tirón. Bueno, ¿y qué te ha tocado? Pues no lo sé, porque me dicen que hasta el 10 de mayo no lo puedo recoger. ¿Qué te tocó a ti? Un montón de productos, sobre todo de comida, por valor de 100€. ¡Guau! 

Viernes 11 de mayo
Hola, buenas tardes. Venía porque me ha tocado un carro de productos. ¡Qué suerte! ¿no? Sí, gracias, mucha suerte. El problema es que no nos han llegado todos los productos. Si quiere se puede llevar ahora los que tenemos y cuando lleguen los que faltan le llamamos. ¿Cómo que no le han llegado los productos? Yo creía que te daban productos del supermercado. Vamos, de los que están aquí ya. No, no, nos los mandan de Madrid. Ahhh, será por abaratar costes... Bueno, que le quería decir que yo es que tengo un problema con los lácteos. O sea, que tengo intolerancia a la lactosa y me preguntaba que si incluyen leche me la pudieran cambiar por una de las mías, de las de sin lactosa. Entiendo que no puede superar el importe del carro, por eso cambiaría 2 litros de leche normal por 1 de los míos. No, lo siento, pero es que como te he comentado los productos nos vienen de Madrid y no podemos hacer nada. Ah, vale. Gracias de todas formas. ¿Y cuándo creen que llegarán los productos que faltan? Hombre, pues no sé, pero hay plazo hasta final de mes. Sí, pero el plazo es para que yo lo recoja, no para que me lo deis vosotros, que anunciáis que se puede recoger el premio desde el día 10, pienso ya con un puntito de mala leche. 

Miércoles 16 de mayo
Mensaje en el contestador. Hola, buenos días, le llamaba para decirle que ya puede pasar a recoger el carro de productos por el supermercado. Holaaa, qué tal. Vengo a recoger mi carro. Sí, ahí está. ¡¡Menuda suerte que has tenido!! Sí, sí, no es por quejarme, pero está un poquito escaso, pienso yo. Vamos que en vez de llamarlo carro de productos tendría que ser cesta de productos. 2 litros de leche: no puedo tomarlo, cereales: no puedo tomarlo, galletas: no puedo tomarlo, pan de molde: no puedo tomarlo. Valor total del carro: 50€ [el de mi madre era de 100€]. Sí, estoy que salto de alegría. Lamb, a caballo regalado no le mires el dentado. Regalado. Esa es la palabra clave. Que el hecho de que te regalen algo (o sea, excedentes que tienen) no significa que tenga que hacerles la genuflexión. Que yo entiendo que hay muchas familias que darían lo que fuera porque les tocara (aunque mucho producto de limpieza y poca comida, que digo yo que será para poder seguir el lema de "pobres pero limpios"), pero el carro no es del otro jueves como para que te vayan repitiendo que qué suerte (¡a alguien le tiene que tocar, ¿no? Entonces por qué no a mi que compro ahí todos los días!) a diestro y siniestro con esa mirada de "mira que buenos y generosos que somos". Pues no. Sois un poco ratas. ¡Joer! que sois El Corte Inglés, que se pavonea de haber tenido un beneficio neto, en 2010, de 319,41 millones de euros. Si tendré que estar agradecida y todo por poder ser intermediaria entre el supermercado y alguien que pueda disfrutar de los productos. Pues ya no lo quiero, ¡¡ea!!

En fin, que ya estoy buscando beneficiario de un carro de "excelentes y variados" productos. Ahí os lo dejo por si a alguien le interesa algo.


11 mayo 2012

Un vistazo al fantástico mundo de Hayao Miyazaki

Es curioso, pero cuando esta mañana me he despertado con una historia de Hayao Miyazki en la cabeza y he decidido escribir sobre él, lo primero que he pensado es que ya estoy otra vez con una de mis frikadas. He estado a un tris de no hacerlo, pero he decidido que sí, que me apetece y que, además lo merece. Aunque el nombre de Hayao Miyazaki no os diga nada, me juego a que habéis visto más de una de sus creaciones.

Pasad, pasad, que os lo presento. 

Este abuelito con cara de pillo es Hayao Miyazaki, uno de los animadores japoneses con más reconocimiento internacional. Nació en enero de 1941, en los albores de la entrada de Japón en la II Guerra Mundial. Este dato es importante. Primero porque quiere decir que tiene 71 años, y, por lo tanto, que a pesar de la famosa longevidad nipona no creo que podamos disfrutar de muchas más de sus historias, lo que me da mucha pena. Y segundo, porque el hecho de haber nacido en ese momento histórico [donde Japón se abría al mundo occidental (ya podía haber elegido otro modo, pero parece que a los seres humanos nos encanta complicar las cosas), donde el japonés de a pie trabajaba duro y sufría calamidades, en su afán por reponerse de la derrota bélica y sus consecuencias, y donde se mezclaban, intensamente, la tradición y la modernidad] se nota no sólo en las historias que cuenta, sino también en la estética de sus animaciones. Temas que usa recurrentemente son la defensa de la clase obrera (con un cierto desprecio hacia la clase alta), el ecologismo y el pacifismo. Creo que la guerra, las bombas atómicas y el trabajo duro de reconstrucción tuvieron algo que ver en ello.

Voy a hacer un pequeño repaso por su filmografía, que seguro os dirá mucho más de él. Comenzó trabajando en el departamento de arte del Estudio Toei Company, responsable de series como Mazinger Z, Candy Candy, Calimero o las más actuales Dragon Ball y Digimon. De ahí, y harto de unas condiciones laborales deplorables se marchó a otro estudio de animación, Zuiyô Enterprise y aquí comienza a hacerse conocido, participando en la animación de las archiconocidas:


Heidi y toda la troupé (por cierto, el pajarillo azul que está en el hombro del abuelo tiene un asombroso parecido con el de twitter). 

Marco y su mono Amedio (dramón lacrimógeno que traumatizó a una generación entera).

De ahí Miyazaki dice, ¿sabéis qué? que voy a dirigir mi propia serie, que a mi tanta cursilería y tanta lágrima como que no me va. Así que en 1978 se echa la manta a la cabeza y saca Conan, el niño del futuro, que no es para partirse la caja pero tampoco como para cortarse las venas. Es la historia de dos niños, Conan y Lanna que sobreviven en una isla perdida tras una apocalíptica III Guerra Mundial. 


Quería poner un trailer pero estaban todos en francés, inglés, italiano, árabe, coreano o japonés. Casualmente lo único que he encontrado con subtítulos en español es un capítulo entero (¡¡cómo somos!!). Bueno, si os da un aire os lo podéis ver, si no echadle un vistazo y veréis que el niño tiene un asombroso parecido a Pedro, el de Heidi. 

Al año siguiente, y como le fue bien, dirige su primera película El castillo de Cagliostro, que narra las aventuras de Lupin III, descendiente del famoso ladrón de guante blanco Arsenio Lupin (creado por el novelista francés Maurice Leblanc) y al que ya le había dedicado una serie casi una década antes. La película tiene casi tantos años como yo, pero a mí, que queréis que os diga, me sigue gustando. Como veréis utiliza mucho las estética años 40 que mantendrá en muchas de sus obras.



1984, otra película, Nausicaä del Valle del Viento. Es una fábula futurista, escrita por él mismo, donde empieza a utilizar el tema de la ecología y para la que cuenta con la música del famoso compositor Joe Hisaishi, que es el Alberto Iglesias oriental (vamos, uno de los más prolíficos y laureados compositores de bandas sonoras). Colaboración que se mantendrá en el tiempo. 



Como las cosas le han ido bien decide crear, junto con su amigo Isao Takahata, el famosísimo Studio Ghibli, donde escribe, dirige y anima algunas películas espectaculares. Pero antes de lanzarse de lleno, colabora con otro estudio para hacer una de las series que más he disfrutado en mi infancia: Sherlock Holmes, y de la que aún soy capaz de acordarme de la pegadiza canción del comienzo interpretada por el famoso Grupo Nins. 


Y ahora sí, comenzamos con sus películas más actuales y famosas. Para no extenderme, que si no el post se haría eterno, pondré un breve resumen y un vídeo de cada una, que ya sabéis lo que dicen, una imagen vale más que mil palabras, y si es un vídeo, ya ni os cuento. 

El castillo en el cielo -1986 - Es la historia de un agente secreto del gobierno que es atacado para robarle una piedra que abre las puertas de la Fortaleza Celeste, una isla flotante en mitad del cielo. 


Mi vecino Totoro -1988 - Retrato de la vida rural japonesa en los años 50, cuenta la historia de dos hermanas que se trasladan junto con su padre, un profesor universitario, a vivir en una casa cerca de un bosque mientras su madre se recupera de tuberculosis en un sanatorio. La película es más cómica de lo que parece y como curiosidad decir que Totoro es el actual logotipo del Studio Ghibli.




Nicky, la aprendiz de bruja -1989 - Por tradición, las brujas, al cumplir los 13 años deben abandonar la casa de los padres y buscar una ciudad donde necesiten de sus servicios y eso es lo que hace Nicky para convertirse en una bruja profesional (en su versión original se llama Kiki pero, por motivos obvios, le cambiaron el nombre en España). El trailer es una mierda. Lo sé, pero es que sólo encontraba imágenes fijas con canciones de la banda sonora y no me decían nada.



Porco Rosso -1992 - El protagonista, Porco Rosso es un piloto italiano de la I Guerra Mundial que debido a un hechizo tiene el aspecto de un cerdo y que se convierte en un cazarrecompensas. Yo, por cierto, estoy enamorada de esa estética y, sobre todo, del rincón al que Porco Rosso se retira cuando quiere olvidarse del mundo. 



La princesa Mononoke -1997 - Primera película no apta para todos los públicos. De hecho es un pelín sangrienta. El argumento es bastante complicado de contar en un par de líneas, pero baste decir que está ambientada en la época medieval y trata sobre la lucha entre los dioses que guardan el bosque y los humanos que quieren apropiarse de sus recursos. En medio, Ashitaka, príncipe de los Emishi.  


El viaje de Chihiro -2001 - Mi película favorita, junto con El castillo ambulante. La peli narra las aventuras de una niña de 10 años, Chihiro que se muda con sus padres a otra ciudad. Por el camino el padre decide atajar y llegan a una ciudad abandonada, que por la noche está dominada por unos espíritus, que hechizan a sus padres.  


El Castillo ambulante -2004 - La cinta narra la historia de Sophie, una joven que vive en un lugar indeterminado, en una época indeterminada, pero en guerra, la cual es víctima de un hechizo que la convierte en anciana y decide ir al castillo, habitado por el mago Howl para que le ayude a romper el maleficio. El castillo tiene algo que a mi me encantaría tener en mi casa y es un círculo con cuatro colores al lado de la puerta, que según en el color donde lo pongas te lleva a un sitio distinto (una aldea de pescadores, un páramo, un valle espectacular y una ciudad). 



Ponyo en el acantilado -2008 - Sousuke es un niño que vive en una ciudad costera. Un día, tras una gran tempestad, al bajar a jugar a la playa que está al lado de su casa se encuentra a Ponyo, una niña-pez, de la que se hace muy amiga. El padre de Ponyo no quiere que su hija su hija se relacione con humanos (inexplicable con lo respetuosos que somos con el océano) y se la lleva de vuelta, pero Ponyo decide quedarse a vivir con Sousuke aunque eso implique el desequilibrio del mundo. La película es bastante más ñoña que las anteriores, pero no tanto como parece en este trailer. Con esa música... marededeudelcarme.



Si que te sigan gustando las mismas cosas de cuando eras pequeña es ser una friki, entonces lo admito. Lo soy y con mucha alegría. He dicho.