31 diciembre 2008

¿Feliz Año Nuevo?

Soy una de esas personas. Sí, esas que tienen que ir contracorriente. Las que ven las películas en versión original, escuchan cualquier canción que no esté de moda, siempre le gusta la ropa de otra temporada y le entran sudores sólo con pensar en las fiestas navideñas.

Es complicado eso de no traicionar los sentimientos propios pero, a la vez, no parecer una friki terminal. Felicitar las fiestas a gente que no conoces, tener que estar alegre, las tensas reuniones familiares... Y siempre me he hecho dos preguntas. ¿Por qué tengo que celebrar el año nuevo cuando mi año nuevo empieza el día de mi cumpleaños?, ¿por qué no importa lo que me pase en navidades -si me ha dejado el novio, me va mal en el trabajo o simplemente el hecho de que se acabe el año me hace darme cuenta de que uno más que se marcha sin pena ni gloria- yo tengo que estar feliz y si no lo estoy pues enseguida soy una aguafiestas?

No soy muy religiosa. Me importa un bledo si Jesucristo nació el 24 de diciembre o el 17 de mayo y por supuesto me parece una papanatada celebrar el 2008 aniversario de nadie. Y qué decir de la celebración del fin de año. Fin de año de los católicos, porque yo creo que el 82,81% de la población mundial que no está bautizada opinará algo distinto. Y todos me dicen que es la tradición. Tradición también era no comer carne el Viernes Santo y todo el mundo se la ha saltado a la torera. Las tradiciones cambian.

27 noviembre 2008

Cómic histórico y social

Ultimamente no tengo mucho tiempo para leer así que aprovecho para enfocar mi atención en la literatura visual, o sea, los cómics.

Me doy cuenta de que lo que leo es bastante triste, por haber sido real, y si tengo que enfrentarme a ello quizás esta es la mejor manera, con un poco de humor, aunque sea negro. O con la distancia y la cercanía que te dan las viñetas.

Estas son mis elecciones y mis recomendaciones.

Todo Paracuellos es la recopilación de los seis tomos que dibujó y escribió Carlos Giménez sobre su propia vida y la de niños como él en los Hogares de Auxilio Social de la España de la posguerra.



Maus es una forma diferente de acercarse al holocausto judío durante la II Guerra Mundial. De Art Spiegelman.



Chao no más es la hilarante y dolorosa visión del dibujante Hervi sobre cómo el pueblo chileno se enfrentaba a la caída de Allende y la posterior subida y caída de Augusto Pinochet.

21 noviembre 2008

El amor en tiempos difíciles

No he escrito aquí de una de mis grandes pasiones, el cine. Ahora no veo tantas películas como antes, la falta de tiempo, supongo, pero igual quiero hablar de mis amores de cine favoritos.


La ternura y la incondicionalidad de Wall-E y el despertar de Eve.



Los esfuerzos de Katie y Hubell porque lo imposible fuera posible.



La invisibilidad de Sun-Hwa y el sacrificio de Tae-Suk.



El dolor de Joel y la memoria de Clementine.

Calendario de emociones

Normalmente hay tres momentos especiales en mi día. Cuando duermo, cuando me ducho y cuando voy en coche. Me doy cuenta de que en los tres momentos prima la soledad, y la libertad, de pensar lo que quiera, de sentir lo que quiera, de expresar lo que quiera.

Sueño todas las noches, aunque supongo que como todo el mundo, pero recuerdo todos los días lo que sueño, y eso creo que no es tan habitual. Esos sueños surrealistas donde todo pasa, lo imposible, lo posible, lo triste, lo alegre, lo que da miedo, lo que da risa, hacen que el día que se avecina sea distinto al anterior. Es como una ruleta rusa de sensaciones que determinan mi día.

He pensado en hacer un calendario de emociones.

11 noviembre 2008

Cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor

Hoy estoy nostálgica, melancólica. Me gusta este sentimiento cuando no viene mezclado con la tristeza. Es suave, tranquilo, me hace sentir en una niebla donde lo único que importa es lo que está dentro de mí porque lo de fuera no lo veo.

Llegó pensando en Chile, en la rutina de Santiago, en los carretes con los amigos donde revolvíamos nuestro mundo sin poder arreglarlo. Es curioso, no me hace falta cerrar los ojos para recordar mi habitación naranja cuando me despertaba, la ducha que se caía de vieja, a Bubi andando detrás de mi, mirándome con sus grandes ojos tristes cómo salía por la puerta para ir a trabajar. El piropo del aparcacoches y el saludo del vigilante del parquímetro. La calle llena de árboles, la acera de hojas y de hoyos, el cielo luchando por ser azul, el Cerro San Cristóbal. Pérez Valenzuela, Providencia, Miguel Claro, el Telepizza, la lavandería, la iglesia, Román Díaz, Huelén, Rafael Cañas, el saludo del chupacabras y empujar la puerta del centro, donde siempre me recibía alguien con una sonrisa.

Yo que huyo de la rutina echo de menos esa "costumbre". Tengo nostalgia de Chile, de la aventura que era para mi estar allí, del cariño que todo el mundo me profesaba, de la sensación de un vasto futuro lleno de experiencias.

He comenzado entonces a pensar si cualquier tiempo pasado fue mejor. Si mi presente es peor que lo que viví. Si me siento yo peor. No. Mi vida es una rutina que me obliga a hacer pequeños cambios para que cada día sea diferente, aunque sea en el detalle. El pasado es mejor porque pienso en él en ese preciso momento en que el presente no lo es. Es una cuestión de coordinación. Quiero pensar que soy feliz o al menos que soy capaz de serlo, así que cuando no me siento así, en el presente, echo mano del pasado, o hago planes para el futuro. Cualquier cosa para aprovechar mi paso por el mundo.

05 noviembre 2008

The Danish Poet




Una gran historia de amor, de pasión, de constancia. Lo siento por los que no sepáis inglés.

Parece que eso de la sangre ya no es tan importante...

Intenta volver a prisión para no discutir con su familia

Un hombre napolitano de 32 años de edad condenado a arresto domiciliario ha preferido violar la prohibición de salir a la calle para volver a prisión, en lugar de permanecer en su casa aguantando discusiones con su familia, informó el sábado la agencia Ansa. Seguir leyendo el arículo
Foto y Vídeo relacionado Ampliar fotografía Massimiliano Ambrosio pidió en vano a la comisaría de Frattamaggiore, en Nápoles, que le autorizaran a cumplir con su pena en prisión y no en su casa, donde la convivencia con su hermana y su cuñado se había convertido en un "infierno". El condenado decidió entonces salir al encuentro de policías para obligarles a llevarle a prisión.

Sin embargo, el juez no ha querido imponerle una pena de prisión y le condenó por este delito a una nueva pena suplementaria de arresto domiciliario.

Sin embargo, para satisfacción de Ambrosio, la Corte de Apelación de Nápoles decidió finalmente esta semana que había infringido la ley y debía ser enviado a prisión para purgar allí el resto de su pena.

Ironías de la historia, el preso había sido condenado inicialmente por sus constantes peleas con su familia.


Y eso que se supone que los italianos son muy familiares...

29 octubre 2008

La leyenda del Espantapájaros




Una tierna y triste historia de Marco Besas.

28 octubre 2008

14 septiembre 2008

La soledad es noctámbula

La soledad es noctámbula y sufre de anuptafobia, que es el miedo a estar solo, o de autofobia, que es el miedo a la soledad. La soledad se teme, no se quiere quedar consigo misma, así que va tocando de puerta en puerta, como los Testigos de Jehová, a ver si convence a alguien para que se una a ella.

Lo malo es que la puñetera es muy buena y tiene varios clientes fijos y muchos más variables. Y el mismo encanto de Jan Erick Olsson, atracador y secuestrador que dio origen al “Síndrome de Estocolmo”. La soledad te hace daño, te priva de la energía, de la alegría y de todo lo que acaba en ía en tu vida y a cambio tú la defiendes y la mimas como si fuera tu protegida.

Esta noche la soledad vino a visitarme. Debe de agradarle mi compañía porque lleva ya unos meses haciéndolo. Pero hoy ha cogido el toro por los cuernos, se ha puesto sus mejores galas y ha venido a quemar todos sus cartuchos. Me pilló con la defensa baja y fuera de mi territorio. No estaba la familiaridad de mi habitación ni la aturdidora pero salvadora televisión, así que recurrí a mi última baza; el paseo en coche y una última parada en el paseo marítimo para ver cómo las olas se ensañaban con las rocas.

La soledad se me adelantó. Cuando llegué ya estaba allí. Ocupada. Halagaba los oídos de un señor de unos cincuenta años, con pantalones vaqueros, chaqueta de traje verde, calvo, moreno y con bigote, a 20 metros de una botella de cerveza de litro y el baile de san vito que le impedía quedarse quieto más de un segundo. El hombre intentó huir, cogió el móvil y llamó. No le funcionó y por cobarde o por respetuosa arranqué el coche y me fui para dejarles intimidad. El hombre me miró. Una mirada vacía del que ya no quiere luchar y se deja llevar. No quiero que se lo lleve pero me alivia saber que se enfocó en otra persona. Al menos por esta noche. Mañana ya veremos.